La disoluci—n del pilar en la arquitectura moderna. Un proemio, siete mecanismos y un ep’logo. RESUMEN Partiendo de entender la Arquitectura como un hecho material, se establece la importancia de la construcci—n en su definici—n formal, y se subraya la estructura como el sistema esencial para crear espacio y determinar su imagen. De modo que el espacio arquitect—nico se entiende s—lo desde su relaci—n con la materia y su car‡cter ambivalente: racional y fenomenol—gico. La aplicaci—n de los materiales procedentes de la industria durante el siglo XIX y principios del XX, fundamentalmente el acero, hormig—n y vidrio, condujo a la reducci—n de las secciones y espesores de la construcci—n. De una parte se optimizaba la capacidad mec‡nica de los materiales estructurales, y de otra, se desmaterializaban los l’mites entre estancias y de Žstas con el exterior. La suma de ambas circunstancias decant— la aparici—n de una nueva concepci—n espacial cuyas principales propiedades eran la continuidad y la fluidez. Los pesados muros del pasado se sustituyen por soportes puntuales y delgadas membranas que manifiestan la separaci—n de los dos sistemas: el sustentante y el envolvente. La libertad para disponer los soportes y su desvinculaci—n de los cerramientos y particiones, potenciaba la apertura y extensi—n del espacio, clarificaba la funci—n de cada sistema y favorec’a su especializaci—n. Las posibilidades de afecci—n sobre el lenguaje de la arquitectura moderna, derivadas de estos avances, fueron fundamentalmente dos: la expresi—n directa del orden estructural, practicada por algunos radicales holandeses, suizos, y por constructivistas soviŽticos. Y la pŽrdida de todo car‡cter tect—nico, que se detecta en la mayor’a de los arquitectos que lideraron la modernidad, desde Gropius a Le Corbusier, o Mies van der Rohe. En ambas alternativas, la abstracci—n es la cualidad esencial que parece insuflar su condici—n moderna. En general, los elementos constructivos tradicionales se transforman en entidades carentes de corporeidad, y cuando la mantienen, no manifiestan su naturaleza. Los muros pasan a ser planos, habitualmente blancos o transparentes. Los forjados pierden su artesonado y se convierten de nuevo en planos, esta vez horizontales. Las vigas se sumergen en el espesor de estas bandejas y desaparecen tambiŽn de la vista configurando, en conjunto, un espacio atect—nico. Quedan los soportes, que como œltimo reducto de la gravedad, impiden la continuidad y transparencia absolutas. Se propone un recorrido por algunos de los mecanismos empleados en minimizar su presencia.