La peregrinación como propuesta estética. Encuentros entre las prácticas artísticas y la peregrinación
The pilgrimage as an aesthetic proposal. Encounters between the artistic practice and pilgrimage
Chillarón Camacho, Iván
Universidad Politécnica de Valencia
ivanchillaroncamacho@gmail.com
Recibido: 19-01-2023
Aceptado: 15-02-2023
Citar como: Chillarón Camacho, Iván (2023). La peregrinación como propuesta estética. Encuentros entre las prácticas artísticas y la peregrinación. ANIAV - Revista de Investigación en Artes Visuales, n. 12, p. 13-28, marzo 2023. ISSN 2530-9986. Doi: https://doi.org/10.4995/aniav.2023.19137
PALABRAS CLAVE
Peregrinación; arte; caminar; práctica artística; arte contemporáneo; espiritualidad.
RESUMEN
El siguiente artículo nace del explorar las posibles respuestas a la pregunta de cuál es la relación entre «arte» y «peregrinación» en la producción artística contemporánea, a la luz de los acontecimientos que irrumpieron en el s. XX en las artes visuales, donde el «caminar» irrumpió de facto como práctica estética autónoma.
A partir de esta exploración, las siguientes líneas describen diferentes encuentros entre «arte» y «peregrinación» que se han dado en las últimas décadas por los/las creadores/as nacionales e internacionales con motivo, principalmente, de establecer un diálogo con su propia experiencia peregrina, como de establecer un diálogo con lo histórico del fenómeno. Encuentros que conciben a la peregrinación per se cómo experiencia autónoma y como metodología para una exploración estética así como una experiencia reflectaría para la práctica artística personal.
KEYWORDS
Pilgrimage; art; walk; artistic practice; contemporary art; spirituality.
ABSTRACT
The following article is born to explore possible answers to the question of what is the relationship between «art» and «pilgrimage» in contemporary artistic production, in light of the events that broke out in the s. XX in the visual arts, where "walking" broke out de facto as an autonomous aesthetic practice.
Based on this exploration, the following lines describe different encounters between «art» and «pilgrimage» that have taken place in recent decades by national and international creators with the aim, mainly, of establishing a dialogue with their own pilgrimage experience as well as establishing a dialogue with the history of the phenomenon. Encounters that conceive of the pilgrimage per se as an autonomous experience and as a methodology for an aesthetic exploration as well as a reflective experience for personal artistic practice.
INTRODUCCIÓN
En la base del viaje hay a menudo un deseo de mutación existencial. Viajar es la expiación de una culpa, una iniciación, un acrecentamiento cultural, una experiencia: “La raíz indoeuropea de la palabra ‘experiencia’ es per, que ha sido interpretada como ‘intentar’, ‘poner a prueba’, ‘arriesgar’, unas connotaciones que persisten en la palabra ‘peligro’. Las connotaciones demostrativas más antiguas de per aparecen en los términos latinos que aluden a la experiencia: experior, experimentum. Esta concepción de la experiencia en tanto que cimiento, en tanto que paso a través de una forma de acción que mide las verdaderas dimensiones y la verdadera naturaleza de la persona o del objeto que lo emprende, describe también la concepción más antigua de los efectos del viaje sobre el viajero (Leed, 1991, citado en Careri, 2007, p. 34)
De la raíz indoeuropea «per»: experior, pero también peregrinatio. La peregrinación es un viaje que en su base existe un deseo de mutación existencial. Se peregrina por la expiación de una culpa, una iniciación, un acrecentamiento cultural, una experiencia. Si seguimos la descripción de Leed, citada arriba, a efectos de estas líneas, la peregrinación es un otro nombre para el viaje. Un viaje que implica tanto en la superficie terrestre como en la esfera de lo personal un cambio, una modificación de nuestra posición en la que nos ubicábamos antes de partir. Y aunque hoy podamos viajar de forma sedentaria, desde un principio fue el «caminar» el método de conocimiento; de aprehensión de lo desconocido; de la realidad que nos desborda. Es a esta tipología de viaje, de peregrinación a la que nos remitimos, en la que, como dirá Jarauta, “hay un antes y un después del viaje: es el descubrimiento del otro que se nos da desde las sombras tutelares e inquietantes de la lejanía” Y no es que en las otras formas no suceda, pero “no se puede viajar sin naufragar. Sólo en el oikós, en el lugar natural, en la casa se puede evitar el naufragio” (Jarauta, 2022, p. 29).
Caminar y descubrir. Una relación sine qua non que se nos quedó inscrita en el corazón tras ser expulsados del jardín de Edén; la búsqueda de una inmortalidad que al mismo tiempo está fuera de nuestras posibilidades (Génesis, 3, 24). Allí Ulises, quien, como apunta Jarauta (2022, p. 29) al pie de la pregunta que lanza Adorno: “Was ist passiert mit Odysseus? 1, […] había hecho de su propia deriva el método de conocimiento y de configuración de la experiencia moral” en Occidente. Ulises “es aquel que parte. […] Y este partir está marcado por dos grandes impulsos: una insaciable sed y una inagotable curiosidad […] Aquel que parte es aquel que se hace preguntas, que es pregunta”.
Aquellos que partieron en su1 día como pregunta acabaron por establecer las relaciones entre «arte» y «caminar». Sin embargo, no fue hasta entrado el s. XX, en el que estas relaciones se instalaron de facto en el campo de las artes, y en especial, de las artes visuales. La peregrinación como una tipología del uso del caminar en tanto desplazamiento creativo ha venido siendo utilizada en las últimas décadas, tejiendo diferentes relaciones entre los/las creadores/as2 y el camino peregrino: la peregrinación per se o como un cristal refectario, catalizadora de otras acciones u objetos artísticos.
Sin embargo, el ejercicio de distinción, de situar límites, fronteras, cuando se trata de la creación, cuando se hace sobre algo en lo que interfiere lo que rodea el aura de lo humano, se hace complejo. La tarea de distinguir sus modos sin que entre ellas se abran vías de doble sentido, interacciones y sus espacios sean permeables entre sí, es una intención meramente no concebible. Es por ello por lo que dentro del término “Desplazamientos creativos”3 se inscriben los varios modos de interactuar entre la peregrinación y la creación artística, acentuando siquiera, cuál es el comportamiento más habitual o predominante entre la peregrinación per se o lo que se genera desde allí.
TÉRMINOS
En primer lugar, conviene delimitar y establecer qué entendemos por «peregrinación» a efecto de entender estas líneas. Y conviene antes de nada, recordarnos con Egido, que “la historia de las palabras es también la de las culturas”, indicándonos que, alrededor del término se ha construido “un amplio arco en el que caben toda una suerte de significados metafóricos y abstractos” (Egido, 2006, p. 16). Dar una definición de la peregrinación es hacerlo de aquel que la emprende en un eco machadiano, donde no existe camino sino que se hace camino al andar. Allí, la peregrinación “es esencialmente, un viajero en tierra extraña” (Egido, 2006, p. 16). Por ello la descripción que hace Leed sobre la noción de viaje; entendemos que la peregrinación es primeramente un viaje en el que “hay un deseo de mutación existencial” (citado en Careri, 2007, p. 34). Sí a ello le sumamos la noción del desplazamiento autónomo, esto es, el caminar, peregrinaje sería todo aquel desplazamiento autónomo que se abre a la búsqueda de un saber de sí mismo y del mundo.
En Occidente principalmente tendemos a observar al peregrino bajo la noción heredada por los modelos bíblicos donde se invita a adoptar una vida itinerante semejante a la que se dieron Cristo y sus apóstoles, poniendo pies dirección a Tierra Santa y a lugares santos por devoción o voto. Algo de eso tiene, es cierto:
cada caminata es una especie de cruzada, que algún Pedro el Ermitaño predica en nuestro interior para que nos pongamos en marcha y reconquistemos de las manos de los infieles esta Tierra Santa (Thoreau, 2017, p. 8)
Pero debemos recordarnos que la peregrinación es una práctica universal que ha sido cultivada tanto en las culturas paganas clásicas como en las religiones asiáticas como indica Rubio (2008). Y como argumenta Iglesias (1988-87), es un fenómeno consustancial a la religiosidad localizada, puesto que, si la divinidad no va o acompaña al creyente, este habrá de ir hacia él. Por su parte, la antropología la define como un rito de tránsito, y concretamente, según el etnógrafo Van Gennep (2008), como un rito liminal, donde el individuo se halla en un estado de margen entre su situación anterior y la siguiente. Es ese tránsito que ofrece la liminalidad donde reside el fin de la peregrinación. Y desde esta perspectiva, el camino es per se un lugar. Lugar para qué, ¿para un encuentro? ¿Con quién o con qué? A ello, Didi-Huberman parece responder haciendo referencia a la “absurda prueba de andar sin fin” en la que se ha dado bíblicamente el pueblo judío: “Se inventa andando hacia él, caminando hacia el oasis de un diálogo, de una ley, de una alianza definitiva que establecer” (2014, p. 18). La peregrinación es un método que nos sirve para hacer presente un «encuentro». Es una experiencia que implica a todas las esferas de la realidad humana, tanto espirituales como físicas. Y este es el vórtice de la experiencia estética de la «peregrinación» en tanto se integra en la experiencia del «arte» y en la de «caminar».
En tanto al «arte», por coherencia y por espacio, nos acotamos a las artes visuales, aun a sabiendas que el estudio es suficientemente permeable a todas las disciplinas de la creación artística.
Por otra parte, la noción de «caminar» parte del indispensable desarrollo que Careri realiza en Walkscapes (2007). Allí el caminar se entiende como desplazamiento creativo, en tanto fue la primera arquitectura simbólica que permitió habitar el mundo, en tanto, el caminar funciona como una herramienta estética y transformadora del lugar en su significado. Un catalizador, y “una actitud que se convierte en forma” (Careri, 2007, p. 68).
DESPLAZAMIENTOS CREATIVOS
¿Qué es, de hecho, esta superficie coloreada que antes no estaba allí? No lo sé, porque nunca vi nada antes semejante. Parece algo sin relación con el arte, en todo caso si mis recuerdos del arte son exactos (Beckett, 2012, p. 312)
Corren los últimos años del siglo IV d. C cuando Egeria, partiendo posiblemente de lo que hoy sería la zona del Bierzo, se pone en camino para conocer y venerar los Santos Lugares, recién descubiertos por santa Helena. Atraviesa la Vía Domitia hasta llegar a Constantinopla, y continúa hasta Jerusalén narrando cuanto ve en cartas dirigidas a sus amigas. El relato nos llega tras una suerte de manuscritos, pero nos queda una de las mejores obras literarias de viajes, y seguramente, una de las primeras escritoras viajeras, además peregrina. Su itinerario atraviesa Europa, y queda marcado en el territorio y en el mapa. Pasan los años. Corren los principios de los 70’ cuando Hamish Fulton inicia un recorrido a pie durante 47 días que une Duncansby Head y Land’s End que marcará un antes y un después en su producción artística, limitándola al fruto de sus caminatas. Y aunque estos dos personajes se distan en el tiempo, Egeria como peregrina que escribe y Fulton como caminante que hace arte a partir de sus caminatas, sus caminos se encuentran. Lo hacen en ese punto señalado en el mapa de la historia del arte donde se comprende a la práctica del andar como una práctica estética. Una toma de conciencia que comenzó a partir de la experiencia nocturna de Tony Smith por la New Jersey Turnpike en 1951, generando nuevas preguntas con relación a la naturaleza estética del recorrido:
“¿La calzada es una obra de arte o no lo es? Y si lo es, ¿cómo? ¿Como gran objeto readymade? ¿Como signo abstracto que cruza el paisaje? ¿Como objeto o en tanto que experiencia? ¿Como espacio en sí mismo o como travesía? ¿Qué papel juega el paisaje que hay alrededor?” (Careri, 2007, p. 68)
La peregrinación de Egeria como paradigma se puede releer a partir de las incursiones que realizan las artes visuales en las últimas décadas hacia nuevas formas de comprensión y de experiencia del arte. Como una experiencia vital, como una necesidad de ritualizar el andar, convertirlo en un viaje, como “actitud que se convierte en forma” (Careri, 2007, p. 68), o en un método para la creación.
1. La peregrinación como un prisma.
En este apartado proponemos una serie de creaciones que se vertebran en esta relación, donde la peregrinación, su experiencia y su figura histórica funcionan como un prisma, donde la luz reflecta hacia nuevas prácticas artísticas que la contemplan.
Los trabajos e investigaciones de Victoria Evans pretenden cuestionar “las diversas formas de conocer y percibir que son posibles a través del encuentro artístico” (Evans, 2022). En este marco, entre los solsticios de verano de 2016 y 2017 inicia It takes a Year to Walk Around the Sun. Proyecto en el que Evans recoge vídeos de sí misma mientras camina por diversas localizaciones y contextos a la par que son subidos a la cuenta de Instagram IWalkAraoundTheSun. En este proceso, Evans inicia una peregrinación junto a la creadora Sara Alonso, a la que se hace referencia más adelante, entre Madrid y Muxia desde agosto a septiembre. Lo que era un archivo de caminatas deslocalizadas acaba por recoger pisadas pertenecientes a un mismo itinerario, mapeado y peregrino. El resultado es una pieza audiovisual de unos once minutos proyectada cenitalmente hacia el suelo, donde el sonido de los ruidos captados de las urbes atravesadas y del paisaje andado convierte la exposición en un simulacro y en una invitación a adoptar una postura caminante y peregrina que comienza allí.
En esta línea de proceso donde se genera una simulación, se inserta la obra de Gabriel Díaz Tres caminos, once pasos, realizada entre 2005 y 2007. Durante este periodo Díaz llevó a cabo tres de los veintiocho Caminos que se pueden realizar en la península. Cada once pasos Díaz fue tomando fotografías del recorrido, resultando en tres piezas de vídeo de larga duración que comprenden casi en su totalidad todo el Camino, generando en el espectador una experiencia inmersiva. Tan inmersiva como le pudo suponer a Díaz el hecho de detenerse, de observar el paraje, su cansancio y su ritualidad hacia el presente.
La imagen que se queda en la memoria de la experiencia, que por inenarrable que pudiera ser, acaba por encontrar alguna imagen simbólica por necesidad de transmitir. Cómo si fuese esa suerte de búsqueda solitaria a la que se da el escritor tal y como bellamente describe María Zambrano, en las que “hay cosas que no pueden decirse […] pero esas mismas cosas son las que se han de escribir”, darles una imagen permanente de ese secreto que Zambrano entiende por verdad, “la verdad de lo que pasa en el secreto seno del tiempo, en el silencio de las vidas” (Zambrano, 2005, p. 38), en el silencio del viaje, la obra de Christian García Bello y de Ahmed Mater al-Ziad en cierta manera buscan describir el fenómeno desde su ficción como de su recuerdo.
El trabajo de Christian García Bello trenza cuestiones en torno al territorio, sus formas, su historia y el paso del tiempo, a través del lenguaje ascético de sus esculturas e imágenes que articulan el recorrido. Inventio (2021) y Pongo mi pie desnudo en el umbral (2020) nos sirven para observar lo apuntado. Inventio (2021) es una invención. La ficción quijotesca de dos peregrinaciones que se encuentran en el cabo de Finisterra: la de Don Gaiferos de Mormaltán y la del trovero Egberto de Tournai. Pero además de ser una ficción es una acción que García Bello realizó la mañana del 4 septiembre 2021 entre la iglesia de Santa María das Areas y el faro de Fisterra. Durante el trayecto fue contando la historia acompañado de un libreto (fig. 6) repartido en el que aparecen algunas imágenes de la época, una composición musical y alguna que otra anotación particular sobre la arquitectura. Puestos a ello, como escribe García Bello:
Nos contamos historias desde la noche de los tiempos porque la ficción es uno de los instrumentos del pensamiento más sofisticados que tenemos para transmitir conocimiento, ya que nos permite falsear la realidad con el objetivo de descubrir la verdad. […] Pero ayer, al final del camino, después de una hora dirigiendo nuestros pasos hacia el fin del mundo, ninguno de nosotros vio aquel islote junto al cabo, vimos un leviatán: el leviatán de Fisterra (García Bello, 2021)
Pongo mi pie desnudo sobre el umbral (2020) no dejar de ser la materialización de su exploración personal, de su propia peregrinación, a la par que narra la peregrinación de la peregrina Dirse (s.XVI-XVII) entre Antwerp (Flandes) y A Guarda (Galicia). A partir de este relato que quedó anotado por la peregrina, García Bello extiende un mapa y ubica allí símbolos, un hacer poético con lo ordinario, imágenes y un recorrido que invita a ser eso. Además, la exposición, fruto de la colaboración entre Appleton y la Fundación DIDAC, también se formaliza como un cuadernillo descargable en la página web del centro, en el que se invita a seguir los pasos de la peregrina Dirse y los objetos que pudo dejar en la travesía, con el fin de que quien desee pueda realizar tanto su peregrinación como finalmente realizar su propia exposición.
La obra de Ahmeed Mater está continuamente explorando la realidad de Arabia Saudi, intentando desvelar el imaginario colectivo que queda bajo la historia y en la geografía, bajo la religión y la economía, para imaginar nuevos futuros. En Magnetism (2012) evoca las congregaciones de peregrinos que rodean la Ka’aba, centro que ejerce una energía invisible y armónica como lo hace el cubo de imán sobre las virutas de hierro. Una imagen que viene precedida por la experiencia de sus abuelos, quienes le “contaron la atracción física que sentían hacia la Kaaba, que se sentían atraídos por un tirón casi magnético” (Matter, 2023).
Por otra parte, para Esther Ferrer y Roman Signer la experiencia se convierte en una acción performativa conductora de un símbolo, de una acción mucho más breve pero tan significativa, entretejiendo a los ciudadanos en esa alineación espectador/participante, ciudadano/peregrino. Inspirada en los versos de Antonio Machado (Caminante no hay camino/ se hace camino al andar), Esther Ferrer ha realizado en los últimos años y en varias localizaciones distintas El camino se hace al andar (2000-2016). La acción, realizada junto a otras performers, parte de diferentes puntos de la ciudad culminando en un encuentro. Todas ellas caminan sobre un rollo de cinta adhesiva que van marcando con sus pisadas en el suelo. Esa línea blanca nos indica de donde han partido, pero no hacia donde van, a saber, a un encuentro que tan solo ellas conocen. Si bien puede hacerse diferentes lecturas, a efectos de estas líneas, su caminar personal, puesto que nadie más puede pisar por ellas sobre la cinta ni saber hacia dónde se dirige, abierto a las intersecciones, a lo que pueda ocurrir allí, simboliza el caminar peregrino, solitario e intransferible. Pero también no exento de peligros e inclemencias, como simboliza la acción ImRegen (2006) de Roman Signer. Durante su exposición individual en el CGAC en 2006, Roman Signer llevó a cabo la acción ImRegen (2006) paseando por los tejados de la Catedral de Santiago de Compostela como si este fuera uno de los montes que llevan a la ciudad donde aguardan las reliquias del apóstol. En la acción investiga, como suele ser en su obra, la interacción de los fenómenos naturales, esta vez de la lluvia que cae sobre el paraguas giratorio instalado en su mochila, emulando al caminar de los peregrinos, tantas veces bajo las inclemencias del tiempo, pero el cual parece ser tantas veces ajeno por la esperanza que lo orienta y asiste.
Miguel Sbastida, por su parte, en 2016 viaja a Alaska para ascender al glaciar Mendelhall con la intención de realizar allí un cruce de caminos entre la peregrinación, la procesión y una acción de protesta contra el cambio climático. En medio de la acción, Walk Lik a Glacier (2016) se convirtió en una investigación a cerca de las realidades del entorno natural del glaciar y del medio ambiente en general, así como la experimentación de lo penitencial que a veces rodea a la peregrinación, su carga expiativa y de purificación. Con reminiscencias a Algunas veces el hacer algo no lleva a nada (1997) de Francis Alÿs, Sbastida subió a pie hasta la cima del glaciar y cargó con el pedazo de hielo más grande que pudiera cargar en su espalda para iniciar un descenso hasta el lago glacial de la base y dejarlo allí, en el agua. Esta vez, la degradación del hielo fue a causa del calor corporal, signo del impacto humano sobre la naturaleza, pero también fue la decisión de llevar a cabo una liturgia propia, la de una peregrinación, a falta de saber si Alÿs concibió también así su performance.
En esta última interferencia, el acto creativo se inscribe en la rutina diaria del caminar. Se da allí, en el espacio de la peregrinación. En un detenerse para revisar lo andado, observar el entorno, hacer uso de él e involucrarse en su acto creativo. De esta manera, sí para Evans la peregrinación conjunta con Sara Alonso el acto creativo devino en la toma de fotografías y vídeos para una postproducción, por su parte, Sara Alonso decidió elaborar un diario visual que fuese dejando día por día constancia de sus vivencias en el Camino. Recurriendo a la cianotipia como técnica y a los materiales encontrados como piedras o ramas, Alonso fue materializando su deseo. Deseo o anhelo, puesto que el contexto que por entonces le hizo ponerse en marcha peregrina le instigó a realizar un ejercicio de reencuentro consigo misma tras varios años fuera de su hogar y una cierta excesiva conectividad con las redes sociales. Este factor es clave en el objeto final de la obra, puesto que si alguna jornada de las treinta y cinco que se llevaron a cabo, llegaba a conectarse a las redes sociales, la cianotipia del día sería quemada al final del trayecto en Muxía. Al final, Not Alone (2016) es una obra compuesta de treinta y tantas cianotipias, pero es también testimonio del viaje como herramienta de autoaprendizaje, de reconexión y de vehículo para un fin de bienestar personal. Not Alone ha seguido ampliándose en las otras dos peregrinaciones que Alonso ha hecho hasta le fecha, Shikoku, Japón, en 2019 y su segundo Camino de Santiago en este pasado año 2022.
2. Peregrinos. Peregrinar para cantar el mundo
Sí caminar es una forma autónoma de creación artística en tanto su experiencia abarca la totalidad de la experiencia artística, allí de nuevo el recuerdo de Fulton, la obra de Juanma González y nuestra propia práctica artística se inscriben dentro de este marco. Los proyectos de peregrinación aprehenden la experiencia per se, como una experiencia estética, pero por otro lado, es comprendida como una metodología creativa y pedagógica. Creativa en tanto abre una puerta a la exploración de otras formas: de vivir, de habitar, de crear. Pedagógica en tanto abre la posibilidad de que otras personas se sumen a adoptar un rol peregrino como es en el caso de Apostlahästa pa Gotland, proyecto de Juanma González (2017), en el que invita a una serie de participantes, desconocidos entre sí y de diferentes nacionalidades a acompañarle.
Durante veintiún días el grupo peregrina hasta Gotland recorriendo los 325 km de itinerario, de sur a norte de la isla, conectando un centenar de iglesias medievales. El proyecto parte de una pregunta: “¿qué pasa si un grupo de turistas visita la isla bajo la analogía de los peregrinos?” (González, 2022). En un gesto poético, la peregrinación buscaba romper la alineación entre visitante/turista y local/proveedor generada por el turismo. Esta incursión en la cotidianidad de la isla generó una experiencia personal en cada uno de ellos, la propia de una peregrinación. Y como González indica, “nuestro viaje se convierte en un reflejo del comportamiento humano en el mundo disputado en el que vivimos. En una época de consumo frívolo y miedo al ‘«otro», escribimos una historia de humildad, generosidad y confianza de extraños” (González, 2022).
Por nuestra parte, la experiencia peregrina cobra más peso en la esfera de lo espiritual, siendo que del mismo modo que para San Juan de la Cruz, o como lo es para Fulton la caminata, es inenarrable a través del arte. Tal vez valdría citar a Perejaume y a su obra Allò que devem estar dibuixant amb les nostres formes de viure (2000) como lema para comprender nuestra concepción ante la peregrinación. Allí, la experiencia estética se materializa en los cambios que progresivamente se dan en la identidad, ante el medio ambiente y ante las personas con las que uno se cruza en el camino, compartiendo la experiencia vivida o realizando pequeñas acciones altruistas que intenten dejar una huella de amor y esperanza. De esta manera las fotografías o dibujos que se documentan, como puede suponer para Gabriel Diaz el hecho de detenerse cada once pasos, supone un acto meditativo.
Sin embargo, de regreso al estudio y en el mismo camino, los procesos de taller no se esconden, con lo que la peregrinación supone también un escenario para realizar proyectos site specific, y un recuerdo u objeto, una historia y una imagen que abordar desde la propia práctica pictórica, siendo la peregrinación objeto de estudio estético desde la cual generar una nueva narrativa poética, símbolos.
CONCLUSIONES
Actualmente, y continuamente, desde la esfera de la cultura, y en este caso, de las artes visuales, acudimos y realizamos ejercicios de relectura acerca de los acontecimientos que han devenido en esta contemporaneidad hegemónica, capitalista y desviada por donde quiera que se le mire, de las condiciones humanas que nos permitían habitar en la totalidad de su significado. Lo hacemos para dibujar nuevos horizontes donde sea de nuevo posible una vida en común. Ante ello, la experiencia de la peregrinación; su tiempo y su espacio se conciben como una brecha en el ritmo maquinal de nuestra era de lo inmediato, de la no distancia, de lo no táctil, de lo seguro, de la no alteridad como presencia del/la otro/a. Donde la búsqueda de la identidad, esa insaciable sed que impulsó al Ulises homérico a viajar, ha sido relegada por otras preocupaciones sociales a analizar.
Los trabajos artísticos expuesto en estas breves líneas, han sentido la necesidad de iniciarse de nuevo en una búsqueda peregrina para reflexionar tanto, sobre las cuestiones que nos incumben como singulares identidades que necesitan vivir una vida vivida, como de nuestro sentido colectivo, donde el ser humano es un ser social, y este, como ser, ha de encontrar un horizonte hacia el que seguir caminando.
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1 Véase Jarauta (2022, p. 29). Allí se refiere a este hecho “Entre las notas que acompañaron las largas conversaciones de Horkheimer y Adorno en el exilio de Santa Monica, notas tomadas por Gretel Adorno y que servirían más tarde para la redacción de Dialektik der Aufkläurung, podemos leer una en la que Adorno se pregunta:” Horkheimer, M; Adorno, T. H, Dialektik der Aufkläurung, 1944 (versión castellana: Dialéctica de la Ilustración, trad. Sánchez, J. 1994, Editorial Trotta, Madrid).
2 Durante las últimas décadas se han ido realizando diferentes exposiciones y catálogos en relación a la experiencia de la peregrinación y su relación con el proceso creativo siendo eje vertebrador. Como ejemplo citamos: “Caminos I” (2021), “Caminos II” (2021-2022) Centro Galego de Arte Contemporáneo; “Camiños creativos” 2022.
3 Término adoptado de Marcos (2022) en Camiños creativos: Proposta dunha metodoloxía de análise da relación entre arte e desprazamento.