Reflexiones en torno a la menstruación como proceso creativo: sangre menstrual en el imaginario mitológico de la cultura maya y nahua precolonial

Reflections on Menstruation as a Creative Process: Menstrual Blood in the Mythological Imaginary of Pre-Colonial Maya and Nahua Culture

Castillo Valderrama, Almendra Sheira

Estudiante de Doctorado en Arte. Universitat Politècnica de València
palmendra.noica@gmail.com / ascasval@doctor.upv.es

Recibido: 24-08-2023
Aceptado: 05-02-2024

Citar como: Castillo Valderrama, Almendra Sheira (2024). Reflexiones en torno a la menstruación como proceso creativo: sangre menstrual en el imaginario mitológico de la cultura maya y nahua precolonial. ANIAV - Revista de Investigación en Artes Visuales, n. 14, p. 37-55, marzo. 2024. ISSN 2530-9986. Doi: https://doi.org/10.4995/aniav.2024.20223

PALABRAS CLAVE
Menstruación; feminismos; cuir; queer; mitología; Mesoamérica; descolonial; disidencias.

RESUMEN
La presente investigación, forma parte de un trabajo mucho más amplio, que surge como una inquietud en torno al proceso creativo que implica la menstruación como tema de investigación, como material creativo y parte de la creación artística. A la sangre menstrual a través del tiempo se le han adjudicado una variedad de interpretaciones culturales y tanto connotaciones positivas como negativas, dependiendo de la cultura y el territorio. Si bien en la actualidad continúa siendo tabú evidenciar la sangre menstrual al considerarla un desecho y tildarla de sucia, existen muchísimas artistas e investigadoras que desde hace años han abordado, explorado y plasmado el tema desde distintas perspectivas: política, activismo, emocional, ritual y como forma para reconectar con la ancestralidad. Esta investigación se enfoca además en el estudio de la representación del imaginario precolonial de la cultura maya y nahua en torno a la menstruación y como parte del proceso creativo. A partir del análisis de estas representaciones y ligado a las obras de una serie de artistas, elaboré un tejido que abarca distintas ramas como la antropología, la investigación artística, la arqueología, los feminismos, estudios decoloniales, las sexualidades y cuerpos disidentes.

KEYWORDS
Menstruation; feminisms; cuir; queer; mythology; Mesoamerica; decolonial; dissent.

ABSTRACT
This research is part of a much broader work, which emerges as a concern about the creative process that involves menstruation as a research topic, as a creative material, and as part of artistic creation. Over time, menstrual blood has been attributed to a variety of cultural interpretations and both positive and negative connotations, depending on the culture and territory. Although it is still taboo today to show menstrual blood as a waste and label it dirty, there are many artists and researchers who for years have approached, explored, and shaped the issue from different perspectives: political, activism, emotional, ritual, and as a way to reconnect with ancestry. This research focuses on the study of the representation of the pre-colonial imaginary of Maya and Nahua culture around menstruation and as part of the creative process. From the analysis of these representations and linked to the works of several artists, I developed a fabric that encompasses different branches such as anthropology, artistic research, archaeology, feminisms, decolonial studies, sexualities, and dissident bodies.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se divide en cuatro partes. En la primera parte, abordo una serie de artistas e investigadoras que han trabajado anteriormente el tema de la sangre menstrual en sus piezas y su proceso creativo. Si bien en la actualidad continúa siendo tabú evidenciar la sangre menstrual al considerarla un desecho y tildarla de sucia, existen muchísimas artistas e investigadoras que desde hace años han abordado, explorado y plasmado el tema desde distintas perspectivas: política, activismo, emocional, ritual y como forma para reconectar con la ancestralidad. En la segunda parte, hablo brevemente sobre la concepción de la sangre menstrual para la cultura nahua y maya precoloniales. En la parte tres, abordo el concepto de dualidad para dichas culturas presente en toda su cosmovisión, concepto que considero importante para tener un acercamiento mucho más comprensible hacia su pensamiento y su filosofía. Así mismo, trato de cómo este concepto estaba también implícito en la menstruación. Se estudian brevemente las representaciones mitológicas de tres personajes, todas relacionadas con la sangre menstrual: Xochiquetzal, Zotz y la Tlahuelpuchi. Además de mostrar algunas piezas elaboradas en torno a estos personajes dentro de mi proceso creativo. La cuarta parte está dedicada a algunas conclusiones.

1. Menstruación-Arte-Activismo

Son varias las artistas e investigadoras a través de la historia que han trabajado con el tema de la menstruación desde la militancia activista, o de forma más introspectiva e individual y no por tanto menos política. En este texto, sólo hablaré del trabajo de algunas de ellas, aunque como este artículo forma parte de una investigación más extensa, la lista de artistas e investigadoras alrededor del globo y el tiempo, se completarán, tejerán y abordarán en futuras publicaciones.

Breanne Fahs, profesora de estudios de género de la Universidad de Arizona menciona que:

El activismo menstrual es tanto formal como informal; ofrece críticas coherentes y organizadas e intervenciones tácticas, y se basa en modos orgánicos e informales de comunicación y conexión. Ofrece exhibiciones públicas llamativas y artísticas y cambios de pensamiento más privados y sutiles…Se inspira en la cultura del punk y la anarquía, junto con la estética del do it yourself que surgió a principios de la década de 1990, además de poner en diálogo diversas y, a veces, dolorosas cuestiones sociales sobre los cuerpos e identidades… El activismo menstrual nos ayuda a ver lo que está en juego en los animados debates sobre qué hacer con el género y las luchas en curso para poder articular un movimiento que englobe lo racial, étnico y económicamente diverso, de las y los defensores del cambio social que luchan en torno a un tema común” (Fahs, 2016, p.3 [traducción propia]).

Este podría ser el caso de las artistas que abordaré a continuación; como la artista estadounidense Judy Chicago, con su pieza titulada Menstruation Bathrom (1972). En esta instalación hace visible el proceso de la menstruación, al mostrar un baño limpio y estéril con varios productos de higiene utilizados para la menstruación usados y sin usar: al lado de un escusado, un bote de basura, repleto de toallas sanitarias pintadas de color rojo simbolizando la sangre menstrual, además dos tampones usados con gotas de sangre. Así mismo, con su pieza titulada Red Flag (1971), en su serie fotolitográfica, Chicago muestra un tampón siendo extraído de una vagina en close up. La investigadora Linda Villamarín (2022), citando a Lisa Holzinger, argumenta que, “la bandera roja, que simboliza la revolución proletaria desde el siglo XIX, es reinterpretada por Judy Chicago, hija de un líder sindical marxista, como un símbolo de activismo feminista”. Además, Villamarín argumenta que, el acto de exponer una vagina alejándose del acto sexual (yo agregaría hetero-patriarcal) para llevarlo al ámbito artístico feminista, abrió la puerta para que futuros colectivos de mujeres tuvieran un referente para continuar exponiendo la menstruación desde distintos ámbitos.

Por otro lado, en 1998, la artista costarricense Priscilla Monge realiza un acto performativo titulado, Un día en la Ciudad, donde elaboró un pantalón con toallas sanitarias y luego salió a caminar a la calle con el pantalón puesto manchado de sangre. El registro fotográfico de esta performance se expuso en una exhibición que tenía como tema la sangre. La curadora de arte y crítica mexicana Carla Stellweg, al respecto, narraba cómo durante esta exposición, la gente se escandalizó mucho más por la sangre menstrual que se mostraba en este registro de performance, que con la sangre producto de la violencia cotidiana que evidenciaban las otras fotografías.

Quizás, pueda no ser tan extraño que las personas se hayan y continúen escandalizando por hacer visible este fluido, ya que han sido muchos años los que se han invertido en crear y difundir el supuesto sentido de impureza y suciedad que circunda en torno a la menstruación y que el patriarcado se ha encargado de reforzar. En las imágenes consideradas pornográficas, por ejemplo, se suelen ocultar todos los fluidos vaginales, para en cambio mostrar obligatoriamente el semen. También es verdad, que en el mundo del porno hay de todo, y se pueden encontrar una variedad de videos bajo el hashtag: squirting o eyaculación “femenina” y menstruación (este último, casi en lo más profundo del internet). Esta concepción, se refuerza al considerar la menstruación como desecho acumulado de residuos infecciosos. Sentido por el cual se continúa menospreciando y subrayando el tabú que se ha construido en torno a ella. Por esta razón, no es tampoco de extrañar que surjan pensamientos en contra y no sean pocas las personas que han empleado y reivindicado su menstruo, no sólo como una herramienta de activismo, sino como pretexto para reconectar con el vínculo ancestral, sangre-menstrual-conocimiento, como es el caso de la obra de Vanessa Tiegs.

Vanessa Tiegs es una artista estadounidense que elaboró una serie de ochenta y ocho pinturas, resultado de la combinación de conocimientos arqueológicos del neolítico, astrología, mitología, psicología Jungiana y significados oníricos propios, como parte de su obra titulada Menstrala (2003). A manera de diario visual, Tiegs articula el periodo cíclico de renovación del cuerpo menstruante con esta serie de pinturas elaboradas con un pigmento de su propia autoría, que contiene sangre menstrual y barniz abrillantador, lo cual le ayuda a mantener la impermeabilización de la sangre, conservando el rojo intenso inherente de la misma. En este caso, pese a que la artista emplea su sangre menstrual como un medio para desarrollar su obra y hacer visible esta. Cuando en uno de sus statement, dice le investigadore británique Bee Hughs (2020), que fue publicado en un número especial, dedicado al estudio de la representación del ciclo menstrual de las “mujeres”, Tiegs argumenta, que sus creaciones “reafirman el ciclo de renovación oculto, prohibido, rojo-brillante que abraza las maravillas de la feminidad”. Refuerza la imposición del género binario, al considerarla como una experiencia unificadora que une a las “mujeres”. Y en palabras de Bee Hughs (2020), “como una faceta biológicamente esencialista de la feminidad”. Al respecto, concuerdo con Hughs, en que definir a las “mujeres” por su capacidad para sangrar excluye a aquellas que no lo hacen, o a la diversidad de cuerpos menstruantes que existen. Pues por distintos motivos, algunos, pueden no hacerlo, además de que también existen hombres trans que menstrúan, quienes quizás algunas veces suelen experimentar dificultades físicas y/o psicológicas con la menstruación, la cual refuerza los roles de género tradicionales. Además, romantizar y celebrar el proceso menstrual como característica de las “mujeres”, puede reforzar y perpetuar los roles de género binario, fuera de retarlos, como menciona la investigadora Chris Bobel (2010).

Por otro lado, Zanele Muholi artista no-binaria africane, con su obra titulada Isilumo Siyaluma (2006) que significa en zulú “dolor de los dolores menstruales”, se centra en el maltrato físico, sexual y espiritual que se ejerce hacia las mujeres lesbianas de piel negra africanas en el sur de África como lo es la violación “correctiva”. En su obra, cada fotografía representa un cuerpo menstruante sobreviviente de una violación o violencia misógina. La razón de que emplee su sangre menstrual para dichas representaciones, es que elle considera que sangra espiritualmente con cada víctima de violencia machista. En sus propias palabras, “mi sangre menstrual es usada como vehículo y como medio para expresar y reducir la pena y pérdida que yo siento cuando me entero y soy consciente de las ‘violaciones curativas’ que muchas chicas y mujeres sufren en mi comunidad lesbiana negra y africana”, de esta manera, dice, sangra por su vagina y por su mente.

En There Will Be Blood (2012), Emma Arvida Bystrom, artista sueca, cuestiona el tabú social que envuelve a la menstruación, a partir de hacer visible este proceso con una serie de retratos fotográficos donde presenta diversos cuerpos menstruantes realizando acciones cotidianas como ver el móvil, escuchar música, hacer deporte, besarse. Actividades que realizan al mismo tiempo que menstrúan.

Como vemos, el concepto de “arte menstrual” no es algo nuevo, pues son diverses les artistas e investigadores que a lo largo de la historia del arte lo han trabajado y abordado desde varias perspectivas, como los activismos o formas personales de reflexión y reconexión ancestral. Incluso hay quienes han propuesto, como es el caso de Linda Villamarín (2022), que nuestro proceso de creación puede estar influenciado positivamente por nuestros ciclos menstruales. Esta investigadora, aboga por la idea de que el proceso de la menstruación puede incidir en nuestro proceso creativo y que es importante tener en cuenta la fase de nuestro ciclo menstrual cuando creamos; pues según ella, “el ciclo menstrual es también el creador de nuestra obra artística”. Aunque existen otres investigadores, por el contrario, como Bee Hughs (2020), quien piensa que, “hay una tendencia a romantizar la figura de la mujer-menstruante como creativa (en ambas, el arte y la vida), reforzando románticamente esta imagen”. Al respecto, pienso yo que, si bien, debemos ser cuidadosas para no romantizar el proceso menstrual como unificador de lo que se piensa como “feminidad”, considero también que, abordar los diferentes procesos ligados a los cuerpos menstruantes y desde la experiencia misma del menstruar, fuera de aspectos tan rígidos-científico-coloniales, es importante; ya que existen otro tipo de saberes fuera de las academias, y sería caer y reforzar un colonialismo epistémico, el negar o minimizar el proceso creativo que permea a través de la diversidad de cuerpos y sus experiencias en relación con la vida misma, los mundos y otros conocimientos.

Es por esto, que pienso que la expresión creadora a través de la menstruación puede ser una manera para transitar una diversidad de saberes, experiencias, emocionales-vivenciales-espirituales-teórico-transformadoras, que nos ayuden a conectar con otras dimensiones; no solo psicológicas-espirituales, sino de creación, reivindicación, transformación, destrucción, que funcionen como una herramienta, quizás no para terminar, pero al menos para luchar contra el tabú que aún le rodea. Les académiques britániques Bee Hughes y Kay Standing (2018) piensan que “el arte puede ser una manera poderosa de confrontar y subvertir el estigma alrededor de la menstruación”. Por lo que, con este proyecto, intento deconstruir el espacio de creación, enunciación, y exposición, a partir de la creación de nuevas subjetividades, en oposición a las comúnmente impuestas como únicas.

Pues el espacio, según Henri Lefebvre es una entidad fundamental que sirve como herramienta de pensamiento y acción, como modo de producción y de control, como método de dominación y de poder, y al mismo tiempo, como vehículo de subversión, ya que de vez en cuando, logra escapar de aquellos que quieren apropiarse de él (Kokalov, 2021).

Por lo tanto, esta investigación, propone a la menstruación como forma de creación, transformación y reivindicación, tanto de la diversidad de cuerpos, como de sus procesos naturales. En conexión y ciclicidad: placer/dolor, creación/destrucción/transformación. Proponiendo nuevas lecturas y relecturas sobre la concepción que se tenía en torno a este fluido en algunos pueblos mayas y nahuas precoloniales.

2. La menstruación en la cultura Mesoamericana

A lo largo de la historia la sangre ha despertado interés dentro de distintas culturas y, además, se le ha adjudicado una variedad de interpretaciones, que van desde relacionarla con la violencia, ser símbolo de pasión; sexualidad, estar vinculada con la vida, muerte, el caos, etc… Para les antigues pobladores de Mesoamérica la sangre encerraba el misterio de la existencia, vinculada con la vida y la muerte. El corazón, la sangre de les inmolades era ofrenda, alimento a sus deidades; mediante este alimento, se creía conseguían mantener inalterable el equilibrio cósmico.

El tacamictiliztli o “muerte ritual de un ser humano”, era el rito cúspide en cualquier ceremonia importante. Lo esencial era liberar la energía necesaria para conservar la armonía del cosmos. Dicha tona o energía, estaba contenida en el eztli o sangre, sin embargo no toda era considerada chalchíhuatl o líquido precioso, la sangre proveniente de la menstruación y del parto, probablemente estaba relacionada con la energía fría1 y se asociaba con la luna y la fertilidad (Barrera y Guerrero, 1999, p.643).

Estos pueblos creían que la sangre del sacrificio ritual estaba llena de fuerza vital contaminante y purificadora a la vez, y era tan poderosa que no podía ser tocada salvo por las personas encargadas de colectarla en una especie de vasijas llamadas cuauhxicalli o “jícaras de águila”. El ofrecimiento de la propia sangre de alguna manera, se creía ligaba a las personas que practicaban el sacrificio con la deidad/energía de forma íntima dotándoles de fuerza.

Alejandra Aguirre Molina dice al respecto que:

El sacrificio era una práctica de enorme trascendencia en las sociedades mesoamericanas, la sangre del sacrificado, alimento divino por antonomasia, poseía de acuerdo a las creencias de esa época, virtudes vivificadoras…Otra finalidad del sacrificio, era que el ser humano, alimentaba al sol y de esta manera conservaba la estabilidad del universo (Aguirre, 2004, p.86).

Bajo esta perspectiva, vemos cómo se crea una interdependencia entre la humanidad y las deidades. Dentro de la cosmovisión mexica, la humanidad es creada a partir de la mezcla de huesos de los antiguos seres humanos que da Mictlantecuhtli a Quetzalcóatl y la mezcla de la sangre que brota de la herida que hace esta energía/deidad a su pene; además la creación del sol y la luna se da por el sacrificio de las energías/deidades al lanzarse a una hoguera (Velázquez, 1992, pp.119-120). En este punto vemos que −el sacrificio de hacer brotar la sangre−se ejerce con una función creadora. Es a partir de la violencia y el dolor que se lleva a cabo dicha creación. El par vida-muerte se encontraba fuertemente vinculado en esta perspectiva. El concepto de dualidad es clave e indispensable en la filosofía y cosmogonía de las antiguas culturas mesoamericanas.

3. Concepto de dualidad en la cultura mesoamericana

Este binomio también se observa en la perspectiva que el pueblo nahua tenía del cuerpo, al respecto Miriam López Hernández argumenta que:

El pensamiento nahua y, en general, el mesoamericano, no aceptaba la posibilidad de seres puros. Todo lo existente, incluso los dioses, era una mezcla de las esencias de lo masculino y lo femenino, y el predominio de una de ellas era lo que determinaba la clasificación y el grado de pertenencia de cada ser a uno de los dos campos taxonómicos (López Hernández, 2011 p.165).

Pía Moya Honores (2007, pp.109-111), por su parte, encuentra que, en el área maya, existe una deidad a la que denomina “andrógina”, la cual se representa en varios códices mayas. Al respecto dice: “yo sostendría que es una deidad masculina, que en ciertas ocasiones y en ciertos contextos, ostenta simultáneamente atributos femeninos y masculinos, quizás por eso su nombre jeroglífico no cambia incluso cuando se le representa en su versión femenina”. Moya Honores, propone que se trata de una deidad masculina que tenía la capacidad de manipular al mismo tiempo símbolos masculinos y femeninos. Incluso esta autora propone que la luna, tuvo diversos atributos y parece haber tenido aspecto femenino y masculino entre ciertos grupos mayas. Según Honores, en el pensamiento maya, lo femenino no excluía a lo masculino, así como lo masculino no excluía a lo femenino. Las energías duales “femenino”-“masculino”, no eran antagónicas sino, como propone la autora, se integraban y combinaban en una misma figura. La doctora Sylvia Marcos (2004, pp.234-261), comenta que no se puede revisar ni abordar la cosmovisión mesoamericana sin mencionar la importancia que tiene el concepto del género en ella. Marcos detecta tres líneas principales en la concepción mesoamericana del género: existe una dualidad, es un equilibrio fluido y el cuerpo no se separa de lo energético.

La primera línea muestra que existe una fusión de lo femenino con lo masculino en un único principio, esta dualidad es parte de la creación del cosmos, de su regeneración y manutención. Este concepto se presenta en todo su pensamiento filosófico, por ejemplo, en las representaciones de las energías/divinidades en pares. Pues en todas las energías/deidades mesoamericanas, se puede ver que varias de ellas eran pares constituidos por una energía masculina y una energía femenina, como Ometéotl, creadore supremo que significa “deidad-dos” o “deidad-doble”2. Así mismo, tanto las energías/deidades, como todos los seres y actividades cumplían el doble papel de agresores y benefactores3.

En la segunda línea vemos que esta dualidad es complementaria y además dinámica. Es decir, existe una alternancia de cualidades distintas, no es estática y se encuentra en constante movimiento y cambio. Así mismo, Marcos encuentra que no se puede nunca inferir ninguna valoración en la que se considere un polo como superior al otro, sino que existía una complementariedad. Este desdoblamiento, como he mencionado anteriormente, se encuentra en constante flujo y se representa en toda su cosmovisión, en sus calendarios, su literatura, el ordenamiento del cosmos, etc. La búsqueda de un equilibrio fluido era necesaria para mantener el órden cotidiano y cósmico. Respecto a ello, Marcos dice que:

En desplazamiento continuo, las categorías de género, en el pensamiento mesoamericano, estaban también en equilibrio fluido y el “punto crítico” de balance se debía buscar en su moción continua, refiriéndose en cada instante, sujetas al cambio y al fluir de todo el cosmos. También lo femenino y lo masculino se constituían y redefinían permanentemente, oscilando entre sí. En este desplazamiento permanente, y en este continuo reajuste de polos, ninguno podía ser preponderante o dominar sobre el otro, excepto por un instante. La “carga” no perceptible que tenían todos los seres (López Austin, 1980): piedras, animales y gente era femenina o masculina y, frecuentemente, ambas a la vez, en diferentes gradaciones y en perpetuo devenir y cambio. (Marcos, 2004, p.247).

En la tercera línea, la tradición mesoamericana considera que el cuerpo no está separado por la barrera hermética de la piel entre el exterior y el interior. Por el contrario, existe un intercambio permanente y continuo, del adentro-afuera. El cuerpo y el cosmos se reflejan mutuamente, se corresponden. Marcos afirma que:

El cuerpo genérico, es decir, el cuerpo femenino y masculino están a la vez imbricados el uno con el otro; y ambos, en el universo. Estas correspondencias e interrelaciones estaban inmersas, también, en un permanente flujo y reflujo, en el cual la calidad de la permeabilidad, el ir y venir entre el cuerpo único y el universo y entre los cuerpos de mujer y de hombre se revertían en un flujo del cuerpo femenino al masculino y del cuerpo dual al universo (Marcos, 2004, p.254).

Además, se aprecia en algunas fuentes primarias4 como los vestigios arqueológicos, códices antiguos y en las crónicas de los frailes españoles5, que muchas de las culturas ancestrales en todo el continente americano tenían una aceptación y visión positiva respecto a los placeres carnales. Por su puesto que esto variaba entre contexto y pueblo. Por lo general, el goce y disfrute de la sexualidad eran aceptados (Huántar, 2002), pues el tlalticpacayotl o sexo, era interpretado como lo que pertenece a la superficie de la tierra. La superficie de la tierra no sería en palabras de Marcos (2004, p.260), “concebida sin el goce erótico”, si bien, −los comportamientos respecto a la sexualidad− variaban según la región y el pueblo, pues unos eran mucho más permisivos que otros (Montejo, 2012). En general se observa en estos vestigios una concepción y prácticas mucho más variadas en su mayoría respecto a la concepción católica de sexualidad (López Austin, 2010, pp.29–35). Sobre esto, Miriam López Hernández señala que:

Desde la teoría de la construcción social, la sexualidad puede ser analizada como fruto de las relaciones culturales e históricas que un grupo humano concreto desarrolla en un tiempo y lugar determinados y no como un producto inmutable, transhistórico, transcultural, enraizado en la biología (López Hernández, 2013, p.3).

De acuerdo a estas ideas, Miriam López Hernández (2013), propone que las sexualidades están determinadas por el contexto histórico y social, por el tiempo y lugar en el que están inmersas, desde donde se construye de forma colectiva en torno a la reproducción, deseos y las relaciones eróticas. Las sexualidades son un conjunto de hábitos, prácticas y actitudes, interpretaciones, formas sociales, juegos de poder, que aunque tiene un fundamento fisiológico, se van opacando por la carga simbólica que les da cada cultura. Aunque la presente investigación no está centrada en la manera en que estas culturas practicaban y pensaban sus sexualidades, me parece importante mencionarlo para poder forjarnos una visión caleidoscópica y acercarnos a las diversas aristas que aglomeran el pensamiento de las culturas mesoamericanas en la antigüedad.

3.1. Concepto de dualidad en la menstruación según la concepción nahua y maya

Miriam López Hernández nos dice que:

El cuerpo femenino al vivir constantemente en estado transitorio se percibe inestable en el pensamiento nahua. Durante estos periodos emana peligro que perjudica a distintas personas susceptibles a él; en otras ocasiones, su propio desequilibrio las hace vulnerables a enfermar y morir(...)

A lo largo de su ciclo vital, el cuerpo femenino “sufre transformaciones físicas y biológicas importantes que suceden -en muchas ocasiones- una, enseguida de la otra: menstruación, amenorrea, embarazo, parto, puerperio, lactancia. Durante estos períodos vinculados con su poder genésico, las mujeres son percibidas como alteridad, pues poseen una energía que da vida, pero que también puede provocar enfermedad y muerte (López Hernández, 2017a, pp. 141-142)”.

Tanto para los antiguos pueblos nahuas como otros pueblos mesoamericanos, los cuerpos con vagina se pensaban en conexión con la tierra, pues era la tierra quien les dotaba de su fuerza creadora y destructora. De esta manera, estos cuerpos cumplían con su papel regenerador del ciclo cósmico. También los antiguos pueblos nahuas, según los textos, pensaban que se experimentaba un cambio de estado con la primera menstruación, cambio del que se beneficiaba toda la comunidad. Así, la primera connotación de la menstruación se relaciona con la vida al vincularse también con la fertilidad, la vegetación y procreación, pues es benefactora de la reproducción de la comunidad y de los campos. Por otro lado, se creía, estos cuerpos eran portadores de fuerzas asociadas a la muerte, pues la menstruación es también ausencia de feto, vida, es sangre de desecho que no fue empleada para la reproducción, habiendo peligro de la no continuidad del grupo. En esta etapa los cuerpos menstruantes poseen una fuerza sobrenatural que daña tanto lo animado como inanimado (López Hernández, 2017b).

Miriam López Hernández y Jaime Echeverría señalan que:

La sangre es la imagen de la muerte, pero al mismo tiempo es formadora de la nueva vida. La oposición vida/muerte está vinculada con el par dentro/fuera. La sangre dentro del cuerpo es el componente imprescindible para la continuidad de la vida. De manera que este líquido en el interior es la vida misma. En contraste, la sangre fuera del cuerpo es la imagen de la muerte, si no se la detiene, lleva inexorablemente al deceso. De ahí́, el temor al verla salir del organismo ya por una herida, ya por la vagina (López Hernández y Echeverría García, 2011, p.168).

En el Códice Carolino6, se cuenta con datos que señalan que las mujeres daban su menstruo en comida o bebida a sus maridos para evitar la violencia doméstica (Garibay, M, 1967, pp.11-58). En estos casos la sangre menstrual se usaba en favor de las mujeres y se pensaba que podía cambiar la conducta agresiva de los hombres para su beneficio.

Pese a creer inherente una fuerza sobrenatural en los cuerpos menstruantes debido a su estado liminar o en desequilibrio que en ese momento experimentan, también se habla de cierta vulnerabilidad al encontrarse bajo este estado, ya que se pensaba afectaba de forma directa a su tonalli7. Algunos grupos nahuas actuales, según Miriam López Hernández (2017b) creen que la sangre es el vehículo de esta entidad anímica, por lo que se expulsa durante la pérdida de la menstruación, debilitando al cuerpo que le merma; por consecuencia, se tendría que recurrir a remedios de naturaleza caliente para fortalecerlo como algunas infusiones o alimentos.

3.2. Trabajo plástico-visual

Partiendo de la idea de que el cuerpo menstruante se recicla, renovándose cada mes, relacionándose a la muda de piel de cualquier ser vivo, a la transformación. A una necesidad de cambio inherente, a la supervivencia de muerte y renacimiento metafóricos. En un estado constante de aceptación de la muerte como un proceso necesario para que resurja la vida, por no separar y admitir consecutivamente la muerte, el dolor y el desprendimiento, como parte del gozo8, el placer que nos ofrece el tlalticpac9 (León-Portilla y Silva, 1991). Visto como una fase necesaria para la vida, de crecimiento y avance. Tejo y seguiré tejiendo, durante el transcurso de un total de cuatro años −pues cuatro son los años que se creía el alma de les difuntes llegaban a los diversos inframundos−, este proceso de transformación corporal, junto con uno metafórico/ psicológico, como lo es el duelo por la muerte de mi madre. Ese tránsito a través de los inframundos, ese tocar fondo para llegar a lo más obscuro, acuoso, inconsciente; morir, trascender y transformarme junto con ella, un ritual mortuorio que me lleva a la destrucción metafórica en varios aspectos de mi vida, aniquilándome, pero renaciendo cada mes, a partir de ese dolor/destrucción, placer/creación- recreación.

Por lo tanto, este proyecto, se desarrolla a partir de tres figuras numinosas10 relacionadas con la menstruación y los inframundos o mundos subterráneos, principalmente el Mictlán, lugar al que iban les difuntes por muerte natural o enfermedad y donde se creía habitaba Mictlancihuatl/Mictlantecuhtli, energía/deidad de la muerte. Trabajando en torno a dos figuras insertas en el imaginario antiguo en la época mesoamericana y otra mucho más contemporánea, aunque también de origen precolonial: Xóchiquetzal, Zotz y la Tlahuelpuchi.

Entremezclando el estudio simbólico y mitológico de los personajes mencionados anteriormente, relacionados con la menstruación y los inframundos, pretendo crear una sintaxis visual, que retome en algunos aspectos dichos elementos en conjunto de mi experiencia corporal y vivencial. Los cuales entretejo desde el dibujo, la animación, el audio y el video. Una reinterpretación, una reivindicación personal, entrelazada con mi propio imaginario y formas de representación, que hacen visibles, no solo el proceso de la menstruación experimentado desde mi cuerpo hacia fuera y viceversa, sino parte del imaginario mitológico de algunos pueblos mesoamericanos que giran en torno a este fluido. Todas las piezas, Xochiquetzal (Mipanochia, 2022a) (Figura 1), Zotz (Mipanochia, 2023) (Figura 2) y Tlahuelpuchi (Mipanochia, 2022b) (Figura 3), parten de un pequeño diario de registro menstrual donde realizo manchas aleatorias de menstruación sobre distintos tipos de papel, para posteriormente escanearlas e intervenirlas digitalmente. Este primer diario (Figuras 4 y 5), abarca desde octubre 2022 a junio 2023, y se basa en el archivo de la artista estadounidense Carolee Schneemann, Blood Work Diary (1972), quien realizó una serie de registro de sus periodos en ese año, secando sangre en papel de seda con la ayuda de yema de huevo a manera de temple, para fijar la sangre al papel. Partiendo de este referente, creé mi propio archivo de sangre menstrual a partir del 14 de octubre de 2022, continuando con el registro del 16 de noviembre de 2022 y así sucesivamente por mes hasta junio de 2023. Este archivo digital, surge a partir de la creación de una serie de registros sobre papel cebolla de la sangre de mi periodo de los meses en cuestión, para posteriormente, escanearlos y digitalizarlos.

Empleé el papel cebolla como primer soporte, ya que es un papel transparente que, al escanearlo, me era más fácil de editar en Photoshop. Estos registros sirven, en sí mismos, como materia prima para formar parte de pequeñas animaciones con las manchas extraídas del registro. Posteriormente fueron también articuladas con otras animaciones en 2D de mi autoría, donde se representaba a Xochiquetzal y Zotz. Debo subrayar en este punto que previamente a la elaboración de las propias animaciones, diseñé por medio de bocetos (Figuras 6 y 7) su evolución en el espacio, proceso al que otorgo mucha importancia dentro de la fase creativa del proyecto.

Figura 1. Fotograma de animación. “Xochiquetzal, 2023”. Elaboración propia.

Figura 2. Intervención digital. “Zotz, 2023”. Elaboración propia.

Figura 3. Fotograma de video-performance y animación. “Tlahuelpuchi, 2023”. Elaboración propia.

Figura 4 y 5. Algunos registros de menstruación, 2022 y 2023. Elaboración propia.

a) Xochiquetzal y Zotz

Xochiquetzal, se pensaba era la energía/deidad lunar y solar, protectora del trato carnal, el placer sexual, les pintores, tejedoras y trabajadoras sexuales o ahuianime. Se creía habitaba en el noveno cielo, región del viento de obsidiana (Díaz, 1990). Se representaba portando un septum yacameztli, adorno nasal en forma de media luna; otras veces se representaba portando un yacapapálotl, adorno nasal en forma de mariposa. Su pintura facial suele ser con bandas de círculos o rectángulos, rojos, con puntos grandes del mismo color en el centro. A falta de esto nada de pintura, solo una rueda negra, el tlazapochtli, perforación en cada mejilla; teñida su faz uniformemente de gris (se le llamaba entonces Inextli, cara cenicienta). Algunas otras veces se le presentaba con los colores de Mayahuel, deidad/energía del maguey; rostro teñido de amarillo o azul. Sobre su pecho cuelga un enorme medallón de oro, el teocuitlacomalli.

Figura 6 y 7. Algunos bocetos, 2023 y 2024. Elaboración propia.

Según un mito de origen mesoamericano plasmado en el llamado Códice Magliabechiano; mientras Xochiquetzal dormía, Zotz, el murciélago, le muerde un pedazo de vulva, la cual empieza a sangrar (Echeverría y López, 2010, p.161); de ahí se creía se origina la menstruación; posteriormente el murciélago, lleva el pedazo de vulva al mundo subterráneo o inframundo, lugar de los muertos, donde Mictlantecuhtli/Mitlancihuatl, le convierte en las flores olorosas.

Las civilizaciones precoloniales, maya, zapoteca y huasteca adoraban a Zotz o Camazotz, una entidad zoomorfa con cabeza de murciélago y cuerpo de hombre relacionado con la noche, el sacrificio y la muerte (Romero, 2013). Su nombre significa murciélago del rayo de la muerte. La deidad/energía murciélago, tenía también la capacidad de curar las enfermedades.

Uno de los rasgos comunes que se encuentra en la iconografía de la civilización huasteca, dice el investigador Patrick Johansson (2012, p.87), es que se afilaban los dientes, los cuales, untaban de colores rojos y negros; esta costumbre podría haber correspondido a una heredada de sus ancestros mayas, debido a que esta práctica la tenían por galantería y era utilizada entre las mujeres mayas. Aunque también más allá de su simbolismo podrían haber sido empleados para infundir terror a sus enemigos. Algo muy similar nos cuenta la psicoterapeuta Connie Zweig (1991, p.6) durante uno de sus viajes a Bali. Ella comenta que existe un ritual de iniciación, en el que, a los diecisiete años, los balineses liman sus colmillos para purificarse y renovarse, como un camino de descenso para llevar luz a la obscuridad.

Como podemos apreciar, la imagen es uno de los lenguajes más antiguos en la transmisión de conocimiento en todas las culturas y Mesoamérica no es la excepción. Respetando la tradición plástica de estas culturas, creo personajes antropomórficos como presencia de las diversas energías/deidades personificadas de: Xochiquetzal, Zotz. En las piezas, la presencia de las flores y su simbolismo, como perfume, fragancia, aliento vital en el imaginario maya, así como su relación con la vulva y la menstruación son de vital importancia.

También es notoria la presencia de líneas marco brillantes, intensas y sin sombras que sugieren volúmenes, para delimitar el diseño de los personajes y sus áreas de color. En este caso, opto por las manchas aleatorias de sangre menstrual y es a partir de ellas que voy creando los personajes. De esta forma, las áreas de color quedan separadas por una línea obscura, principalmente negra. Acentuando una preferencia por la silueta.

Empleo, además, el llamado estilo internacional del posclásico, muy presente en los códices/amoxtli del grupo Borgia. En este estilo, las figuras humanas, no están visualmente del todo unificadas, parecen divididas en partes separadas, como si se fuera pegando el torso a la cabeza, torso de frente, brazos y piernas de perfil, ocupando un espacio bidimensional sin horizonte. Retomo de los códices o amoxtli la función narrativa que da lugar a la representación de largas secuencias con numerosas figuras humanas. Cabe mencionar que, en estas culturas, la mayor parte de las deidades/energías, tenían una forma y personalidad humana, por lo que se representaban con indumentaria y atavíos específicos, pintura facial y corporal, que intento respetar en estas representaciones.

Para los antiguos pueblos mesoamericanos, la acción de pintar, esculpir, grabar, iba más allá de la acción en sí misma, pues le transfería al objeto una carga vital que lo dotaba de la identidad y animación del original. Las imágenes, se creía, nos dice Enrique Florescano (2018), “tenían una vitalidad por sí mismas, pues además de representar materialmente la figura o el objeto seleccionado, creían que tales representaciones, estaban animadas por una fuerza propia. Concibieron que el cuerpo y su representación compartían una esencia o vitalidad común”. Así que, para la elaboración de cada una de las piezas, intenté captar o encarnar, en el caso de las piezas de video-performance, la energía, personalidad de dichas deidades/energías.

b) Tlahuelpuchi

La Tlahuelpuchi o “mujer” vampiro −el término Tlahuelpuchi, deriva del náhuatl, tlahuihpochtli, un compuesto de thlahuia (iluminado) y pochtli (neblina)−; es una figura numinosa principalmente de energía “femenina”, de origen precolonial, pero con eco mucho más contemporáneo (Madrid, 2015, pp.30-35). Relatos recuperados a partir de la tradición oral de la etnia mazahua, pueblo indígena más numeroso del Estado de México y Michoacán, así como Tlaxcala, evidencian la presencia de este numen en la actualidad. La tradición oral de los pueblos originarios, hacía alusión a entes de energía “femenina” que necesitaban de la ingesta de sangre, principalmente bebés o recién nacidos, para subsistir. Su poder radicaba en la sangre que ingerían de una a cuatro veces al mes. También se creía que estas entidades, se convertían en lo que son, dentro de su primera menstruación debido a una especie de maldición producto de la envidia. Eran “mujeres”, además, que practicaban diversos rituales y eran nahuales; o sea tenían la capacidad de modificar su morfología: tomando forma de animales, neblina o luminarias.

Como he mencionado más arriba, el ofrecimiento de la propia sangre de alguna manera ligaba a las personas que practicaban el sacrificio con la deidad/energía de forma más íntima dotándolos de su fuerza. Además, Enrique Florescano (2018) dice que:

El acto de asumir la personalidad de otro se le ha llamado concurrencia (ixiptla) o transformación; un cambio de un ser humano en otro, sea este personaje real o sobrenatural. En estos actos el cuerpo humano ocupaba un papel eminente porque era el sitio preciso donde ocurría la transformación física, ritual o sobrenatural.

En Mesoamérica se creía que al teatralizar las acciones de la deidad en cuestión, ya sea danzando, cantando, actuando o vistiendo los atuendos y símbolos, había una transformación en la deidad. Aquí, el cuerpo se considera como un espectáculo mutable. Florescano (2018), continúa diciendo que “para los espectadores dichas actuaciones no eran ficción, sino actos reales que recreaban y actualizaban la memoria social uniendo el pasado con el presente”.

Tomando como punto de partida lo anterior, creé un registro en video de tres pequeñas acciones, donde, en la primera, me muestro en un devenir Tlahuelpuchi en estado de gestación, para posteriormente dar el paso a la conversión y encarnación de esta deidad.

Así mismo, la animación como el video en este proceso, funcionan como una herramienta metafórica, ya que el proceso de animar, al ser un medio basado en el tiempo de una exploración fragmentaria, funge como herramienta de quien la elabora para intentar reconstruir su propia comprensión de la realidad. La paradoja de esta acción, como dice Andy Joule (2011, pp.55-62), “se produce entre la observación del presente y la ejecución del resultado (…) Consiste, en la comprensión doble del tiempo que se genera en el proceso de animar. Además, quien anima, puede analizar un momento congelado en el tiempo y sabe dónde se encuentra en relación con el tiempo pasado y con el tiempo aún por transcurrir”. En este espacio creativo, propongo una relación entre el tiempo pasado (mitos de origen nahua y maya) y el que está aún por transcurrir (relectura de esos mitos y ese imaginario en la contemporaneidad). Vínculo que se encuentra en constante cambio de flujo continuo, en movimiento u ollin.

4. Algunas conclusiones

Este es un proyecto que he comenzado a finales de 2022 y que está pensado para finalizar en 2026. Forma parte de la Tesis doctoral y como parte de mi tránsito por los inframundos con la muerte de mi madre. Aún falta un largo camino por tejer. Hasta el momento, he reflexionado en que la creación y la investigación artística pueden ser una herramienta poderosa para confrontar y subvertir el estigma en torno a la menstruación. Desde el arte podemos reflexionar en torno a la sangre menstrual como parte del proceso creativo, empleándole como materia prima para la creación de nuevas subjetividades y a través de nuestras vivencias experienciales. Es además importante que creemos diálogos que promuevan y visibilicen nuestros fluidos fuera de la concepción y prejuicios patriarcales, reapropiándonos de nuestros cuerpos y sus representaciones desde las intersecciones, creando rupturas y promoviendo nuevas lecturas y relecturas fuera y dentro de los espacios institucionales. El proceso de la menstruación puede incidir en nuestro proceso creativo, pues al hacer visible la menstruación, se ayuda a normalizar a los cuerpos menstruantes, invitando a quien observa, a reflexionar en torno a sus reacciones personales, que surgen respecto a este fluido y como se relacionan con este.

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1 García-Hernández, K. Y., Vibrans, H. y Vargas, L. A. (2022), mencionan que, para el pensamiento popular, la sangre infunde vitalidad y energía a todo el cuerpo por lo que su pérdida, en cualquier forma, provoca su debilitamiento, entonces, el período menstrual representa un gasto de energía o pérdida de calor y, bajo esta lógica, es de esperarse que se conciba como un estado “frío” según Foster. Este, inicialmente mencionó que durante la menstruación el “calor” del cuerpo aumentaba por arriba de lo normal, pero en un trabajo posterior relató lo contrario, o sea, que durante esta etapa el cuerpo experimenta un “enfriamiento” debido a la pérdida de sangre. Desde un punto de vista general, el cuerpo estaría sometido a una pérdida de “calor” volviéndose “frío”, mientras que, la zona ventral estaría “caliente” ya que, como observó Lorente Fernández, la propiedad “caliente” se vincula con la acumulación específica de sangre en alguna parte del cuerpo”.

2 Esta deidad era concebida como un par femenino-masculino (Omecihuatl-Ometecuhtli).

3 Un ejemplo se puede ver en varias de sus energías/divinidades quienes daban vida, pero también destruían y causaban calamidades.

4 Según el archivo general del estado de Oaxaca, cito textualmente, “las fuentes primarias son uno de los distintos tipos de fuente de información y el contenido de esta fuente tiene la característica de no haber sido alterada ni interpretada, es decir, la información se mantiene igual a como está desde su creación”. Las fuentes primarias para el estudio de las civilizaciones mesoamericanas, serían, las “crónicas de indias” redactadas en el siglo XVI de los primeros cronistas evangelizadores, códices, pinturas, esculturas, sobrevivientes al exterminio cultural, etc.

5 Nos sorprende que, a pesar del escrutinio y eliminación, como dice Sylvia Marcos, que debieron haber sufrido las ideas eróticas del mundo nahua a manos de los clérigos cronistas, nos hayan llegado por lo menos la expresión de algunas de ellas.

6 Manuscrito anónimo del siglo xvi. Su nombre se debe a que era albergado en el Colegio Carolino, en el estado de Puebla, México. Se encuentra escrito en lengua romance, náhuatl y latín. Es un compendio de anotaciones sobre ritos idolátricos, supersticiones, agüeros, conocimientos en astronomía, en medicina, en agricultura e informes sobre las instituciones del pueblo nahua.

7 Una de las tres entidades anímicas para la cultura nahua, que se creía se ubicaba en la cabeza, se cree que viajaba de noche durante el sueño, sale del cuerpo durante el coito, y en ocasiones de forma inesperada cuando ocurre algo que provoca su salida. Era además una entidad anímica que daba a los individuos vigor, calor, valor y permitía el crecimiento.

8 No es lugar agradable la Tierra, pero para que no estemos viviendo siempre en lloros, para que no fenezcamos de tristeza, Ometecuhtli/Omecihuatl, se dignó a darnos la risa, el sueño, nuestro sustento, nuestra fuerza, nuestro brío, y esto más, lo terrenal, el sexo. Extracto de enseñanzas de los Huehuetlatolli, traducción López Austin.

9 En la mitología náhuatl, es el plano que corresponde a esta dimensión, a la tierra, lo que está sobre la Tierra. Miguel de León Portilla en el glosario de su libro, Filosofía Náhuatl, no dice que el tlalticpac es lo que está sobre la Tierra.

10 Relativo a un numen como la manifestación de poderes divinos o mágicos.