Hotel SPA en Sot de Chera

Abstract

Sot de Chera es un municipio situado al sur de la comarca de Los Serranos, en una depresión conocida como el ¿Valle de la Alegría¿. Cuenta con una población de apenas 409 habitantes en invierno, pero que acoge a miles de turistas en época estival debido a la presencia de piscinas naturales en el propio río. Por lo tanto se entiende que el programa de este proyecto, hotel-spa, encaja perfectamente con las necesidades que presenta dicho lugar. El Valle de la Alegría ofrece una conexión con la naturaleza haciendo posible realizar rutas de senderismo, rutas BTT y el recorrido de La Ruta del Agua. Por ello, la intención de este proyecto es fomentar el disfrute de la naturaleza minimizando el impacto paisajístico de la intervención y adecuando el entorno para su deleite, teniendo en todo momento presente la importancia que cobra el agua en este entorno. De ahí que el agua sea un componente presente en todo momento del proyecto. Emplazado en una ladera al borde del río Sot, en el área denominada ¿Charca del Gruñidor¿, cuyo origen se debe a las piscinas naturales que se generan en el propio río, el proyecto surge para fortalecer la capacidad turística del municipio, creando así un hotel donde albergar a los visitantes, y dotándolo de un balneario que complemente el turismo propio de la zona, volcándose en cada momento sobre el paisaje dotándolo de la importancia que merece. Un análisis previo del lugar nos permite apreciar un crecimiento de perfil irregular sobre un abancalamiento gobernado por la verticalidad de la torre árabe que da origen al pueblo. Análogamente, el proyecto buscará seguir las mismas pautas de crecimiento donde una pieza vertical definirá y generará las relaciones con el programa, el cual reposa sobre la ladera en forma de piezas horizontales que se adecuan al perfil y frente irregular del contexto. En la búsqueda por respetar el valor paisajístico del entorno, el proyecto pretende mimetizarse con la formación geológica conocida como Anticlinal, hito geológico del lugar, utilizando hormigones cuyo encofrados están resueltos con tablillas o paneles similares que recuerden a esta formación en lajas. Pero no siendo esto suficiente, también se emplea piedra arenisca, material propio del lugar. Ésta permitirá tratar de manera diferencial algunos de los aspectos más relevantes del conjunto, entre ellos los espacios más nobles, como el balneario. Los abancalamientos naturales de la actuación se resuelven mediante muros de contención de hormigón armado coloreado en masa, con un posterior soplado de arena para extraer el árido. De esta forma, la materialidad se erige como una herramienta fundamental para que la repercusión paisajística del proyecto sea mínima y responda al entorno como si de un espejo se tratara, emulando sus colores y texturas. Estos muros rompen los límites del conjunto y recorren, en paralelo al río, todo el entorno que separa al hotel del centro del pueblo. Un emplazamiento que acaba de construir el frente de fachada de éste último con una serie de bandejas que permiten conectar el proyecto con otros puntos de interés de los alrededores: el lavadero, el paseo fluvial o la zona de baño del río, sin olvidar las rutas de senderismo. Para ello se propone un abancalamiento que dibuja distintas alturas en el paisaje; una fragmentación del desnivel que permite la conexión directa desde calle Valencia con el paseo fluvial, al tiempo que asciende el nivel del terreno colindante con los edificios existentes. De esta forma, se rebaja el impacto visual del frente que presentan dichas construcciones en su alzado visto desde el río. Las antiguas parcelas de huerta quedan ahora transformadas en un espacio público en el que las zonas estanciales se combinan con paseos para recorrer la ribera del río de un extremo a otro, de este a oeste, lugar en el que se ubica el hotel-spa.