Resumen:
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[ES] La secuencia de espacios creados por las paredes de la ciudad de Valencia no se halla únicamente en aquellos configurados por las fachadas recayentes a las calles y avenidas, sino también por las abandonadas caras de ...[+]
[ES] La secuencia de espacios creados por las paredes de la ciudad de Valencia no se halla únicamente en aquellos configurados por las fachadas recayentes a las calles y avenidas, sino también por las abandonadas caras de los edificios que viven hacia los interiores de manzana. Distintos tratamientos de estos interiores se pueden leer en el barrio de Morvedre; y, aunque en algunos casos se colmaten de edificios en planta baja, o, en el extremo opuesto, se desatiendan renunciando a sus posibilidades urbanas, en todos los casos existe un cierto desamparo hacia estas caras ocultas de los edificios de nuestra ciudad. ¿Por qué proyectarlos (vivirlos) a medias? Con la intención de otorgar a la nueva construcción el papel esencial más puro de la arquitectura, esto es, dar estabilidad y estructura a la vida que sucede entre ella, se plantea un estudio del barrio a través de los planos interiores de los edificios que conforman las manzanas. En este sentido vuelve a cobrar cierto interés el plano de Valencia de 1883, en el que un incipiente arrabal de Serranos asume el papel de tramador de la ciudad en el crecimiento responsable de la misma y adaptado a las necesidades y exigencias de su población, haciéndola partícipe del mismo.
Bajo la suposición de que la retícula que debe moldear la ciudad no puede exclusivamente fundamentarse en el trazado de las calles (mayormente sometidas al yugo del vehículo), sino también en los edificios per se, se propone una nueva construcción en el barrio que, manteniendo el lenguaje del mismo, ofrezca nuevos usos que motiven la convivencia de su población y una mejora del sistema residencial o de viviendas. Una nueva manera de mirar a la ciudad desde sus principales configurantes, los edificios, que por fin sitúe al habitante en su lugar como usuario esencial de su urbe.
Y en esa propuesta se alza protagonista el elemento arquitectónico fronterizo entre esos edificios y la ciudad, el espacio al que Meisenheimer se refiere como el cuerpo del edificio. Se entenderá entonces que las decisiones referentes a estas aberturas, que otorgan el poder a la arquitectura de ser habitada, la convierten en el telón de fondo más elocuente de la etapa arquitectónica. Así, se partirá de la manera histórica de abrirse los edificios del barrio al espacio público, de mirar a la ciudad, que se desprende de la lectura de sus fachadas y vanos: sus balcones, miradores, ventanas y terrazas; y a partir de aquí se propondrán alternativas en algunos casos, y se recuperarán formas de proceder en otros, que se materializarán en la propuesta edificatoria final del presente TFM. Una nueva forma de mirar la ciudad, de mirar a Morvedre.
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[EN] The sequence of spaces created by the walls of the city of Valencia is not only in those configured by the facades facing the streets and avenues, but also by the abandoned faces of the buildings that live towards the ...[+]
[EN] The sequence of spaces created by the walls of the city of Valencia is not only in those configured by the facades facing the streets and avenues, but also by the abandoned faces of the buildings that live towards the interiors of block. Different treatments of these interiors can be read in the neighborhood of Morvedre; and, although in some cases they are filled with buildings on the ground floor, or, at the opposite end, they are neglected renouncing their urban possibilities, in all cases there is a certain helplessness towards these hidden faces of the buildings of our city. Why project them (live them) halfway? With the intention of giving the new construction the purest essential role of architecture, that is, to give stability and structure to the life that happens between it, a study of the neighborhood is proposed through the interior plans of the buildings that make up the blocks. In this sense the plan of Valencia of 1883, in which an incipient suburb of Serranos assumes the role of leader of the city in the responsible growth of the same and adapted to the needs and demands of its population, regains some interest, making it a participant.
Under the assumption that the grid that must shape the city can not only be based on the layout of the streets (mostly subjected to the yoke of the vehicle), but also on the buildings per se, a new construction is proposed in the neighborhood that, maintaining the language of the same, offer new uses that motivate the coexistence of its population and an improvement of the residential or housing system. A new way of looking at the city from its main configurants, the buildings, which finally places the inhabitant in his place as essential user of his city.
And in that proposal the protagonist rises the architectural element bordering between those buildings and the city, the space to which Meisenheimer refers as the body of the building. It will then be understood that the decisions concerning these openings, which grant the power to the architecture to be inhabited, make it the most eloquent backdrop of the architectural stage. Thus, it will start from the historical way of opening the buildings of the neighborhood to the public space, to look at the city, which follows from the reading of its facades and openings: its balconies, viewpoints, windows and terraces; and from here alternatives will be proposed in some cases, and ways of proceeding will be recovered in others, which will materialize in the final building proposal of this TFM. A new way to look at the city, to look at Morvedre.
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