Resumen:
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[ES] La presente comunicación se inscribe en un proyecto de investigación de alcance más amplio centrado en el estudio de los paisajes periurbanos con valor patrimonial eco-cultural que, debido a su configuración natural, ...[+]
[ES] La presente comunicación se inscribe en un proyecto de investigación de alcance más amplio centrado en el estudio de los paisajes periurbanos con valor patrimonial eco-cultural que, debido a su configuración natural, agraria o al desarrollo de otras actividades humanas, podrían actuar como catalizadores en procesos de regeneración urbana. Una de las áreas seleccionadas para su estudio es la Huerta de Rovella, un gran espacio agro-urbano situado en el sureste de la ciudad de Valencia, que limita al norte con el tramo final del antiguo cauce del río Turia y al sur con el nuevo cauce canalizado. Este espacio, que alberga usos agrícolas en crisis y está parcialmente ocupado por usos urbanos e industriales vinculados al puerto, tiene un papel relevante dentro de la infraestructura verde urbana de Valencia, por su posición como nodo de conexión con el Parque Natural de la Albufera. En este trabajo nos proponemos trasladar las herramientas de análisis morfológico de tejidos urbanos al análisis de tejidos periurbanos, utilizando como caso de estudio la Huerta de Rovella. El tejido urbano que nos proponemos analizar, por tanto, es el de un paisaje productivo agrícola, que consideraremos como una forma de habitar el territorio específica, diferente a la de la ciudad compacta tradicional. Los tejidos periurbanos, de hecho, se componen de los mismos elementos básicos que dan forma a los núcleos urbanos consolidados: red viaria pública, suelo parcelado privado y edificación. Sin embargo, estos mismos elementos se combinan de maneras muy diferentes en cuanto a estructura, tamaño y proporciones en los tejidos urbanos y periurbanos. Así, en los tejidos periurbanos de la huerta podemos observar en primer lugar una red viaria que se compone no de calles sino de carreteras, caminos y sendas. Los viales de la huerta son por lo general más estrechos que las calles de la ciudad, y su trazado sigue una lógica geométrica y organizativa diferente. El parcelario asociado a los tejidos periurbanos de la huerta es también muy diferente al parcelario urbano, ya que se compone de parcelas destinadas a usos agrícolas, de mayor tamaño por lo general que los solares de la ciudad, y carentes de vallados o cerramientos delimitadores de la propiedad. Finalmente, la edificación que salpica el territorio de la huerta es de menor altura que la urbana y ocupa una porción mínima de la parcela, mucho menor que la ocupada por los inmuebles urbanos. Las reglas de composición para los elementos constitutivos de los tejidos urbanos han sido ampliamente estudiadas, así como los diferentes tipos de trazado, parcelación y edificación presentes a lo largo de la historia en las ciudades. Sin embargo, los suelos exteriores al continuo urbano, por lo general de uso agrícola, han sido analizados sobre todo en relación con la pervivencia de sus elementos en los tejidos urbanos actuales. Esta perspectiva debe cambiar. Los suelos agrícolas que todavía existen en torno a la ciudad no pueden seguir siendo vistos como un territorio en blanco, a la espera de ser más pronto o más tarde ocupado por la expansión del continuo urbano, sino que deben considerarse como una parte más de la ciudad-mosaico territorial, una parte que no está en absoluto vacía, sino ocupada desde hace siglos por una forma diferente de habitar el territorio vinculada a los usos productivos agrícolas, que genera además un paisaje con valor patrimonial eco-cultural. Esta comunicación, por tanto, es una aproximación a la morfología periurbana, que puede considerarse como una extensión de las herramientas de análisis de la morfología urbana a los territorios que envuelven a la ciudad.
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