Resumen:
|
[EN] In crisis situation, where he future is perceived as a threat, where it is urgent to
find new ways of inhabiting space and time, of relating to the world and to the
other, we turn to aesthetics as a way capable of ...[+]
[EN] In crisis situation, where he future is perceived as a threat, where it is urgent to
find new ways of inhabiting space and time, of relating to the world and to the
other, we turn to aesthetics as a way capable of generating alternative modes of
experience. We attend to the potentialities of the video installation as a space for
the political, a space to open the possible, to perform experiences beyond the
rhythms of capital, from the perspective of the cultural theorist Mieke Bal. The
works that interest Bal are those that open a space for the (dis) encounter, a
space for confronting differences, the basic definition of "the political", as
opposed to the idea of "politics" as consensus. This space for the political is an
imaginative space that happens between the work and the viewer, a space for
dialectical discussion in which the work takes an active part as an agent of
knowledge, like another who looks at us and questions our gaze. This means
recognizing the presence of the image in the present, its ability to mobilize us,
affectively and critically, to disrupt our perception of the world, to affect us-now.
But this requires an effort, dedicating time to image. The video installation offers
the conditions for this to happen, because it forces us to keep looking, not only
because it lasts over time, but also because it resists an early reading. It opens
the possibility of a different, resistant time, to rethink the world.
[-]
[ES] En un contexto de crisis, en el que el tiempo se agota, en el que urge encontrar
nuevas formas de habitar el espacio y el tiempo, de relacionarnos con el mundo y
con el otro, apostamos por la vía estética como vía ...[+]
[ES] En un contexto de crisis, en el que el tiempo se agota, en el que urge encontrar
nuevas formas de habitar el espacio y el tiempo, de relacionarnos con el mundo y
con el otro, apostamos por la vía estética como vía capaz de generar modos
alternativos de experiencia. En este sentido, atendemos a las potencialidades del
espacio de la videoinstalación como escenario para lo político, como lugar donde abrir lo posible, donde performar modos de experiencia ajenas a los ritmos
marcados por el capital, desde la óptica de la teórica cultural Mieke Bal. Las
obras que le interesan a Bal son aquellas que abren un espacio para el
(des)encuentro, un espacio de confrontación de diferencias, definición básica de
“lo político”, frente a la idea de “política” como consenso. Ese espacio para lo
político es, para la autora, un espacio imaginativo que sucede entre la obra y el
espectador, un espacio de discusión dialéctica en el que la obra toma parte
activa como agente de conocimiento, como otro que nos mira y pone en cuestión
nuestra mirada. Esto supone reconocer la presencia de la imagen en el presente,
su capacidad de movilizarnos, afectiva y críticamente, de trastocar nuestra
percepción del mundo, de afectarnos-ahora. Pero ello requiere de un esfuerzo de
la mirada, de un tomarse tiempo al que no estamos acostumbrados en la
realidad cotidiana de la. La videoinstalación ofrece las condiciones para que esto
suceda, en tanto que nos obliga a una duración de la mirada, no solo porque se
prolonga en el tiempo, sino también en la medida en que se resiste a una lectura
temprana. Abre la posibilidad de un tiempo distinto, desde el que enfrentarnos al
otro, a la imagen, desde el que dar lugar también a la presencia de multitud de
tiempos.
[-]
|