Abstract:
|
Los daños que provocan las termitas son numerosos y muy importantes en términos económicos, afectando tanto a la madera estructural como al patrimonio histórico-cultural. La virulencia de las termitas se mantiene constante ...[+]
Los daños que provocan las termitas son numerosos y muy importantes en términos económicos, afectando tanto a la madera estructural como al patrimonio histórico-cultural. La virulencia de las termitas se mantiene constante durante todo el año, debido a nuestro clima templado, que les proporciona unas condiciones óptimas para su desarrollo. Además su organización en castas y su ataque silencioso lo hace un poderoso enemigo, difícil de combatir con los métodos convencionales.
Una forma de poder evitar este problema es la prevención. La detección temprana de un ataque termítico podría dar tiempo suficiente para poder hacerle frente. Es por esto que encontrar un bioindicador sería lo más eficiente para una detección precoz, ya que los bioindicadores son altamente sensibles y con pequeñas concentraciones de una molécula sería suficiente poder detectar una señal.
Es sabido que el alimento principal de estos insectos es la celulosa. Este polisacárido resulta indigerible para las termitas sino fuera por los microorganismos que albergan en el interior de su aparato digestivo y que actúan simbióticamente hidrolizando la celulosa en unidades de glucosa asimilables para el insecto. De esta actividad se desprende dióxido de carbono (CO2), gas que podría actuar como bioindicador de la presencia de estos insectos.
El objetivo general
es determinar la eficacia del CO2 como bioindicador emitido durante la actividad biodegradadora de las termitas, con la finalidad de poder desarrollar un prototipo de microsensor utilizado como sistema de alarma para prevenir un posible ataque termítico.
[-]
|