Abstract:
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Parece ser que el paradigma de lo visual como profesión de la artista plástica, ha estado vinculado a una extenuante lucha contra la adversidad, como describe Germaine Greer1 en su conocido libro La carrera de obstáculos. Vida y obras de las pintoras antes de 1950, en el que las mujeres han tenido que sobreponerse a la imagen estereotipada que ha proyectado la mirada masculina durante siglos.
Desde la mujer-niña pasando por la femme fatale, desde idealización de la musa hasta la imaginería de la perfecta casada, todas ellas responden a esa relación contradictoria en las que se exhibe por un lado, una evidente inferioridad y por otro se propagan comportamientos de inseguridad, censura e indecisión pudiendo determinar un trabajo mediatizado, en gran medida, por su condición biológica y por una idea del sujeto fe¬menino limitado al entorno privado. Otro factor significativo que también ha modelado ese carácter femenino, el rol de la mujer artista y que algunos denominan blando, cursi o infantil ha sido la inaccesibilidad a la in¬formación, a los conocimientos y al oficio. Dicho de otro modo, la artista plástica no respondía a la imagen del genio romántico, a ese espíritu arrebatado que habitaba en el Olimpo de los dioses y que modulaba la realidad de lo colectivo.
En 1971, Linda Nochlin reflexionaba sobre la importancia de las mujeres artistas en su célebre texto Why Have There Been no Great Women Artists? 2. En este artículo se cuestionaba por qué no han existido el equivalente de Miguel Ángel, Rembrandt, Delacroix, Cézanne, Picasso o Matisse, o más recientemente, Wil¬lem de Kooning o Andy Warhol. Es necesario y oportuno continuar con este planteamiento propuesto por la historiadora norteamericana y analizar así los nombres de aquellos autores que asociamos a otros movimien¬tos artísticos mas contemporáneos como la transvanguardia italiana de los años ochenta que abanderó el renacimiento de la pintura y en el que no encontramos nombres de mujeres pintoras. En la primera década del siglo XXI, aparecen personalidades como Gerhard Richter, Sigmar Polke o Neo Rauch en un momento en el cual la pintura puede convivir sin prejuicios con otros lenguajes técnicos, pero los medios de comunicación que relatan esta vuelta de la imagen-materia, olvidan de nuevo asociar algunos nombres de pintoras actuales de reconocido prestigio como Marlene Dumas, Paula Rego o Jenny Saville en esta nueva incursión de lo pictórico.
Por ello, es importante desarrollar en este artículo, algunas consideraciones a propósito del nuevo escenario igualitario que propone lo tecnológico y, como algunas artistas han vinculado su exploración de la imagen tecnológica hacia un nuevo campo experimental, en el que el peso de la tradición, no establece a priori clichés e imposiciones. Por un lado, vamos a profundizar en varias cuestiones: ¿Favorece lo tecnológico la visibilidad de la producción artística femenina?, ¿supone ser lo tecnológico un territorio inexplorado en el que todavía se puede participar en igualdad de condiciones?, y, si en definitiva, es por esta cuestión, que las mujeres manifiestan su preferencia hacia lo tecnológico frente a la imagen-materia, donde el peso de la tradición puede continuar coaccionando su mirada creativa.
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