Resumen:
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[EN] Digital culture is introducing dematerialization in many facets of our life, and art cannot escape this influx. The hurtful carnality reached by the pictorial representation of the body in the middle of the twentieth ...[+]
[EN] Digital culture is introducing dematerialization in many facets of our life, and art cannot escape this influx. The hurtful carnality reached by the pictorial representation of the body in the middle of the twentieth century has left room for a new fragmented body that approaches the aesthetics of digital glitch art. This documentary study focuses on the latter stage of the evolution of this pictorial icon in its degradation, allowing us to reflect on how the recent painting reflects the changes that happen in today's society, and how the pictorial body responds to truths of our being. Glitch is revealed today as a break in an environment marked by the desire for perfection; is the accident that uncovers the artifice of the overload of images that keeps us in a lethargic existence of simulations.
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[ES] Durante el siglo XX hemos asistido a la desestabilización progresiva de la imagen del cuerpo en la pintura. Los desastres de la Segunda Guerra Mundial avivaron una estética de la carne empeñada en décadas siguientes ...[+]
[ES] Durante el siglo XX hemos asistido a la desestabilización progresiva de la imagen del cuerpo en la pintura. Los desastres de la Segunda Guerra Mundial avivaron una estética de la carne empeñada en décadas siguientes en mostrar la herida hasta la náusea. Una materia pictórica densa y convulsa configura un nuevo cuerpo que no puede eludir el sufrimiento. En la contemporaneidad, según Hal Foster, “la verdad reside en el sujeto traumático o abyecto, en el cuerpo enfermo o mutilado”. Siguiendo la trayectoria de este cuerpo violentado cabe preguntarse por la desmaterialización que el mundo digital ha implantado en diversas facetas de nuestra vida. ¿Dónde está la verdad del ser en este nuevo contexto cargado de simulaciones? Ante la carnalidad hiriente que imponía el arte a finales del siglo pasado ha surgido en la pintura otro cuerpo mutilado ahora por distorsión, por interferencia, por pixelado; es la herencia de ese “arte glitch” que ha desembocado en una sublimación del error digital. Pintores como Andy Denzler, Emmet Kierans, Li Songsong o Benjamin Edwards son buenos ejemplos. El presente trabajo reflexiona sobre las implicaciones de esta transformación en el icono pictórico del cuerpo: de la pintura del drama corpóreo a la del borrón virtual, imagen de otra imagen, ilustrativa de nuevos modos de experimentar nuestra propia corporeidad. En una era en la que es cada vez más patente la búsqueda de la perfección absoluta, el error constituye ciertamente un alivio, la prueba de que una saludable dosis de entropía se inmiscuye en el relato de la modernidad. Este nuevo cuerpo degradado revela su naturaleza artificial por medio del fallo, cuestionando de paso la veracidad de imágenes en las que habíamos empezado a confiar ciegamente.
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