Resumen:
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No resulta fácil establecer a través de un texto sintético y generalizador un recorrido exacto por las técnicas y materiales que los artistas falleros han hecho servir a lo largo de los años. Es cierto que de una ...[+]
No resulta fácil establecer a través de un texto sintético y generalizador un recorrido exacto por las técnicas y materiales que los artistas falleros han hecho servir a lo largo de los años. Es cierto que de una manera extensiva es posible sistematizar los procesos creativos más habituales que han marcado el modelo productivo de cada momento. Pero a pesar de estos procedimientos comunes, cada artista, cada taller y cada escuela, especialmente por la transmisión de saberes llevada a cabo de manera tradicional de maestros a aprendices en el entorno del taller de fallas, se ha venido vinculando a un estilo que acababa por marcar el uso de unos u otros materiales y la manera de trabajarlos. Considerando estas limitaciones, una aproximación acertada convendría referencias que partirían del muñeco articulado, falto de traza, hasta llegar a la figura de corcho blanco altamente tecnificada. Y entre uno y otro extremo, las carnaciones de cera y los tipos de cartón-piedra concurrirían como las realidades tecnológicas más características. En la actualidad, gracias a la implantación de los estudios de Técnico Superior de Artista Fallero y Construcción de Escenografías, se ha conseguido dignificar el oficio y convertir el aprendizaje de tipo gremial en un ciclo formativo de carácter reglado.
Con esto, los saberes y prácticas del oficio de artista fallero, como realidad fundamental del patrimonio inmaterial de las Fallas, quedan protegidos a través de un canal de transmisión relacionado con la formación normalizada. La conservación de los métodos y procedimientos tradicionales de esta industria creativa queda garantizada, al mismo tiempo que convive con las nuevas propuestas artísticas.
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