Resumen:
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[ES] El objetivo de este artículo es explorar la que consideramos es una de las claves que conecta el trabajo de Giorgio Griffa con el de Ferran Gisbert, en el marco del uso reducido de recursos pictóricos y utilitarios, ...[+]
[ES] El objetivo de este artículo es explorar la que consideramos es una de las claves que conecta el trabajo de Giorgio Griffa con el de Ferran Gisbert, en el marco del uso reducido de recursos pictóricos y utilitarios, y en el recorrido progresivo de liberación que tiene lugar cuando se mira a sus prácticas desde la siguiente perspectiva: al tomar la decisión de eliminar el bastidor y de doblar el soporte, Griffa está un paso más cerca de la desmaterialización del cuadro. Es decir, sigue habiendo un cuadro (si lo entendemos como una superficie delimitada por cuatro lados —cuyos extremos se tocan para formar aproximadamente cuatro ángulos de noventa grados— sobre la que se llevan a cabo acciones en las que comúnmente interviene la pintura), pero, no obstante, el artista se sitúa en un ámbito más cercano a la reflexión sobre el espacio, que incide sobre la intervención, sobre la modificación del propio espacio del cuadro. El proceso de liberación surge aquí en la ligereza que supone el descarte de las dimensiones, peso y precio monetario del bastidor. Esto facilita al pintor centrarse en el trabajo de pintura, estar presente con ella, consciente de que el valor de este trabajo puede definirse también por no ocupar espacio al reducirse las dimensiones de los objetos que se producen. Gisbert consigue no necesitar estos espacios para el cuadro —aunque vuelva a ellos cuando considere—, y así solo transportar sus brochas, canaletas y pinturas con las que crear obras pictóricas para espacios específicos. Estos elementos son las claves de sus procesos que desarrollamos en este artículo, y son a la vez rituales, en el sentido en que la acción de pintar de Gisbert está liberada de costosos medios, además de estar sujeta a la preparación de dichos elementos en el lugar.
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