Resumen:
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Los pimientos, chiles y ajíes suponen uno de los productos de mayor importancia económica del mundo, ocupando la séptima posición en superficie entre las hortícolas. Bajo estas denominaciones se engloba un grupo de cinco ...[+]
Los pimientos, chiles y ajíes suponen uno de los productos de mayor importancia económica del mundo, ocupando la séptima posición en superficie entre las hortícolas. Bajo estas denominaciones se engloba un grupo de cinco especies cultivadas y más de veinte especies silvestres pertenecientes al género Capsicum. Entre las especies domesticadas, C. annuum es la más relevante económicamente y su cultivo se extiende por casi todo el mundo. C. chinense (Ej. Tipo Habanero) y C. frutescens (Ej. Tipo Tabasco) son filogenéticamente cercanos a C. annuum y los tres conforman el complejo annuum-frutescens-chinense. Las otras dos especies, menos conocidas son C. baccatum (Ej. Tipo Ají) y C. pubescens (Ej. Tipo Rocoto), siendo esta última la más alejada filogenéticamente del resto de las especies domesticadas.
Dada la compleja cruzabilidad que presentan estas especies, la mejora del pimiento común (C. annuum) se ha restringido principalmente al germoplasma primario (intraespecie). Sin embargo, en diferentes estudios de cribado en especies relacionadas -germoplasma secundario- como C. chinense, C. frutescens y C. baccatum se han encontrado diversos genes de interés para estreses bióticos (resistencia a plagas y enfermedades) y abióticos (tolerancia a salinidad, estrés hídrico). Así, el desarrollo de estudios dirigidos a mejorar la eficiencia de la hibridación interespecífica, tales como determinar y superar barreras a la hibridación, aumentan en gran medida la variabilidad genética disponible para los mejoradores.
Por otra parte, los principales métodos de mejora en pimiento (autofecundación, retrocruces, selección recurrente) requieren sucesivas generaciones de selección y fecundación (retrocruzamientos y/o autofecundaciones), requiriendo entre 7 y 8 años (asumiendo una generación por año) para desarrollar una nueva variedad. Así, estudiar y optimizar técnicas tales como el cultivo in vitro de embriones inmaduros, evitarían la espera de la maduración del fruto, lo que podría reducir el tiempo generacional y aceleraría el programa de mejora, reduciendo los costos para las empresas productoras de semillas.
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