Resumen:
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[EN] music in their everyday life. As of 2014, sales reports announce these as outselling
CDs and coming close to do the same with the purchased downloads. These services do not
sell music, but use the music, or rather ...[+]
[EN] music in their everyday life. As of 2014, sales reports announce these as outselling
CDs and coming close to do the same with the purchased downloads. These services do not
sell music, but use the music, or rather the social aspects associated with it, as a lure to sell
access to it. Because of their user-friendly interfaces and their economic use (they are cheap
for the user and they do not need any room), they have become an effective solution for the
everyday consumption of music, acting as a background to other activities as well. Companies
offering these kind of services have proliferated, even though the leading one -- in terms of
subscriptions -- is still to report any kind of monetary gains (Harper 2015). However, the use of
these services generate a mediation in the user, in which publicity processes take place, that
relate the music to the fabrication of appealing lifestyles and potentially affect the agency of the
listener. (Fabrication of consent). Through the increasing use of playlists, which are generated
by sophisticated AI systems as well as human specialists, users modify their moods and their
perception of time. This produces a distraction, which, as a result, increasingly leads users
to resort to music as a “technology of the self” (DeNora 2003) and not as a cognitive act.
Simultaneously, users’ participation in different social networks allows for the tracking of their
interests and likes, which facilitates the companies’ task of targeting their advertising to specific
groups of users. Through an analysis of the relations between different music services and social
networks in the frame of the application economy, I intend to reflect on the economic interests,
which contribute to generate corporate behaviors, by which users’ big data are monitored and
sold. Since these services offer access to music as a commodified good, the listening act itself
becomes objectified, and acts as a merchandise. Thus, I intend to show the mechanisms, by
which objectified listening becomes a device for social ordering and ideological standardization.
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[ES] Los servicios de música que ofrecen streaming en línea se han convertido en los medios
más utilizados en que los usuarios escuchan música en su vida cotidiana. A partir de 2014, los
informes de ventas anuncian que ...[+]
[ES] Los servicios de música que ofrecen streaming en línea se han convertido en los medios
más utilizados en que los usuarios escuchan música en su vida cotidiana. A partir de 2014, los
informes de ventas anuncian que estos servicios ya venden más que los CDs y se acercan al
nivel de ventas de las descargas compradas. Estos servicios no venden música, sino que usan
la música, o más bien los aspectos sociales relacionados con ella, como reclamo para vender el
acceso a la misma. Debido a sus interfaces fáciles de usar y a su uso económico (son baratas para
el usuario y no necesitan ningún espacio de almacenamiento), se han convertido en una solución
eficaz para el consumo cotidiano de la música, que actúa como un fondo para la realización de
otras actividades. Las empresas que ofrecen este tipo de servicios se han multiplicado, a pesar
de que el principal - en lo que al número de suscripciones se refiere - sigue sin reportar ningún
tipo de beneficios (Harper 2015). Sin embargo, el uso de estos servicios generan una mediación
en el usuario, en el que se llevan a cabo procesos de publicidad que relacionan la música con
la fabricación de formas de vida atractivas y afectan la capacidad de acción del oyente. A través
de la creciente utilización de las listas de reproducción, que son generadas por sistemas de IA
sofisticados, así como por especialistas humanos, los usuarios modifican sus estados de ánimo y
su percepción del tiempo. Esto produce una distracción, lo cual, en consecuencia, conduce cada
vez más a que los usuarios recurran a la música como una “tecnología del yo” (DeNora 2003)
y no como un acto cognitivo. Al mismo tiempo, la participación de los usuarios en diferentes
redes sociales permite el seguimiento de sus intereses y gustos, lo que facilita a las empresas
la tarea de dirigir su publicidad a grupos específicos de usuarios. A través de un análisis de las
relaciones entre los diferentes servicios de música y redes sociales en el marco de la economía de
aplicaciones, ofreceré una reflexión sobre los intereses económicos que contribuyen a generar
conductas empresariales, en virtud de las cuales grandes datos de los usuarios se supervisan y se venden. Dado que estos servicios ofrecen acceso a la música como un bien mercantilizado,
el propio acto de escucha se objetifica, y actúa como una mercancía. Por lo tanto, mostraré los
mecanismos mediante los cuales la escucha objetificada se convierte en un dispositivo para la
ordenación social y la uniformización ideológica
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