Resumen:
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[ES] El nombre de Lu Yang sobresale en el panorama más reciente del arte multimedia chino. Formada en la China Academy of Art de Hangzhou y actualmente basada en Shanghai, esta artista es uno de los principales exponentes ...[+]
[ES] El nombre de Lu Yang sobresale en el panorama más reciente del arte multimedia chino. Formada en la China Academy of Art de Hangzhou y actualmente basada en Shanghai, esta artista es uno de los principales exponentes de esta disciplina en el país asiático, habiendo expuesto su trabajo en la Bienal de Venecia, la Bienal de Shanghai o el Centro Pompidou. Su obra, en ocasiones fuente de controversia, gira en torno a temáticas como la biología, la neurociencia o el pensamiento religioso. Para ello se sirve de diferentes técnicas de representación gráfica (animación 3D, VR); así como de recursos como la estética y la narrativa del videojuego, la ciencia ficción o el anime, dotando a su obra de un carácter abigarrado y colorido que frisa lo kitsch. Este trabajo realiza un recorrido por las piezas más conocidas de Lu Yang, desde “Reanimation! Underwater Zombie Frog Ballet” (2011) hasta sus posteriores Delusional Mandala (2015) o Moving Gods (2015), tomando el cuerpo como eje central de su obra. Así, a través de avatares diseñados digitalmente y de sus diferentes relatos, Lu Yang aborda el cuerpo como lugar en el que desaparece la distinción entre humano y máquina. El cuerpo es presentado como mecanismo biológico, despojado de implicaciones políticas o agencia moral. En varias de sus obras, el avatar (en ocasiones, encarnando a la artista a modo de doble virtual) es sometido a simulaciones de estimulación cerebral, provisto de ítems con los que desarrollar nuevas acciones, o analizado quirúrgicamente en sus atributos, recurriendo adicionalmente al texto explicativo y al close-up. El cuerpo se configura como una extensión de la tecnología utilizada para (re)crearlo, pero también capaz de intervenir en ella y usurparla. Una perspectiva que resulta, también, liberadora: ajenos a las imposiciones biológicas y culturales propias de la realidad no-artificial, los avatares de Yang trascienden el binarismo sexual, y sus cuerpos adquieren una dimensión divina o sobrehumana, siempre mediada por las mecánicas de la tecnología. De este modo, son capaces de participar en una subversión irónica del género (Uterus Man, 2014) o de la enfermedad (Cancer Baby, 2014). Una distancia que sólo es posible dentro de las estrategias brindadas por la virtualidad, y mediante la cual abordan cuestiones relacionadas con la muerte o la conciencia. De este modo, la obra de Lu Yang se conforma como un doble despliegue de savoir faire tecnológico. Por un lado, en el propio medio: el vídeo como el sofisticado resultado de la aplicación de diferentes softwares y el recurso musical y textual, propio de la cultura mainstream. Asimismo, Lu Yang enmarca y defiende su obra en vídeo dentro de un entorno (Internet), que determina su concepción, circulación y autonomía. Por otro lado, su reflexión tecnológica operará a través del cuerpo del avatar, híbrido de ingeniería y mitología, donde mente y materia se encuentran en conflicto.
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