Casi piso una nube y varios horizontes pixelados

Abstract

[ES] Si antes girábamos alrededor de las imágenes, ahora vamos a hacerlo dentro de ellas; de laberintos nodales, de espacios sin espacio más allá del de la RAM que posibilita su visión. “Nunca antes habías visto todo así” reza el eslogan de las últimas gafas de computación espacial que, en un abrir y cerrar de ojos -o chasquido de dedos- tornan el entorno natural que rodea al espectador en un desierto de lo real, cordillera, o pradera cuya hierba mece un viento que responde a otro simulacro algorítmico. Imágenes visuales suplidas por otras infográficas, y, partos computacionales próximos a esfumarse desde que su naturaleza se sabe digital.Ahora que el gris circundante lo enmascaran atractivos horizontes virtuales, lo urgente es conocer que el componente de trampantojo (trompe l’oeil) excede del engaño visual que se desprende del sofisticado grado de detalle que alcanzan las imágenes informáticas actuales. La trampa también recae en la propia fragilidad de las infraestructuras submarinas que posibilitan el que esas imágenes viajen hasta el monitor o gafas de realidad virtual que las reproducen y colocan delante de nuestros ojos en un ejercicio de inmersión -parcial-.El hecho de llamar nube al lugar que alberga a los mundos virtuales, acerca al imaginario colectivo a percibirlo como cosa vaporea, intangible, alejada de la superficie terrestre y, en definitiva, segura. Pero, la realidad -desvirtualizada- es muy distinta y se aleja de la inasibilidad que se les presupone: los mundos virtuales, como espectros, están siempre próximos a evaporarse. Y es que, cuanto almacenamos en la nube -que es todo- puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.